Tras la reapertura de los centros comerciales en la Ciudad de México conforme a los lineamientos del semáforo naranja, la mayoría de los clientes acató las medidas de nueva normalidad y dijeron sentirse más confiados al interior de las plazas para realizar sus compras.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, este sábado alrededor de las 11:30 horas se observó que en Parque Delta los visitantes usaron equipos de protección personal, la mayoría únicamente con cubrebocas y algunos pocos sumaban caretas, gafas protectoras y guantes a su vestimenta.

El personal de seguridad encargado de controlar los filtros de acceso aseguró que al interior sólo puede haber hasta el 30% de su capacidad, es decir, el límite de aforo de la plaza es de aproximadamente 500 personas. Si se llega a ese número, se tendría que detener el flujo de ingreso, empezar un conteo de la salida de la gente hasta que sea seguro dejar pasar a más.

Sandra, una joven quien estaba formada para pasar por el filtro sanitario dijo que acudió para arreglar sus lentes y cambiar unas prendas que pidió por Internet.

"Hoy es el primer día que vengo, me siento normal pienso que es algo con lo que tenemos que aprender a vivir y convivir", expresó.

Más adelante se encontraba Lucía con su hijo pequeño, ambos portaban cubrebocas y lentes protectores, quienes al entrar al centro comercial tuvieron que hacer otra fila donde repitieron el mismo proceso sanitario con la toma de temperatura, desinfectar sus manos con gel antibacterial y pasar por un tapete sanitizante para poder acceder al supermercado.

"Vengo a comprar fruta, me he sentido bien, están más organizados", comentó.

Mientras clientes recorrían los pasillos y miraban los aparadores de las tiendas que tenían vistosos anuncios con ofertas y grandes descuentos, el personal de cada establecimiento los recibía con límite de aforo y los filtros obligados. De este modo, los asistentes si entraban a más de un comercio, tenían que repetir cada vez el mismo protocolo sanitario.

Una barista que recibía clientes a cuenta gotas relató que en comparación con el primer día de reapertura ha venido menos gente pero que por la tarde la plaza comienza a tener mayor afluencia.

Explicó que uno de los cambios que tuvieron que implementar ante la nueva normalidad dentro de la cafetería fue quitar los azucareros y removedores para café, ahora tienen que preguntarle al comensal y vertirlos desde la barra.

Los comercios con mayor afluencia fueron los de ropa, calzado, tiendas de cómputo y telefonía celular; así como tiendas departamentales y de autoservicio. No fue así para los restaurantes y la zona de comida rápida, con casi todas sus mesas desocupadas.

En Plaza Universidad el escenario fue parecido, aunque tenían más entradas y salidas habilitadas con sus respectivos filtros, dos accesos sobre la calle Parroquia, dos salidas sobre avenida Universidad y una por avenida Popocatépetl. También, al interior del estacionamiento.

En la zona de comida rápida se permitían tres comensales por mesa, de las cuales solamente había una ocupación de cinco a diez con familias pequeñas y algunos pares de amigos quienes consumían algún alimento.

Cada que se desocupaba una mesa, personal de intendencia se acercaba a desinfectarla. Mientras que los locales de comida ya no proporcionaban bandejas a sus clientes.

Sin embargo, una mamá con su hijo, Laura y Rodrigo, se sintieron incómodos por la constante vigilancia del personal del restaurante donde decidieron ir a comer. Comentaron que a la entrada, después del filtro obligado, únicamente le hicieron a Laura un cuestionario para saber si ha tenido síntomas como tos o malestar general.

“Había una hipervigilancia, como me vieron mayor me preguntaron de mi salud y lo anotaron, a mi hijo no le dijeron nada. El mesero muy amable, pero los demás pasaban y venían todo el tiempo, apenas acabé mi platillo y quitaron los platos. Luego su internet no servía, no pudimos ver el código para el menú, nos enseñaron una carta pero no tienen todos los platillos, la carta estaba muy reducida”, relató Laura.

Por otra parte, para quienes acudieron en auto, sobre las cajas de autopago para el ticket de estacionamiento había señaléticas que indicaban que antes y después de usarlas se deben desinfectar las manos con el dispensador de gel antibacterial que se encontraba a unos pocos pasos.

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