Con pintas, basura y casas pegadas a su estructura, el Acueducto de Los Remedios, obra arquitectónica catalogada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se ha convertido, incluso, en un punto inseguro para la comunidad, por lo que es urgente emprender un plan de rescate y utilidad pública de este monumento histórico que debe ser un centro cultural, punto de visita y observatorio del bosque, afirmó el arqueólogo Francisco Mayen Anguiano.

El Acueducto de Los Remedios es una magna estructura que empezó a construirse hace más de 400 años, que hoy tiene 500 metros de largo, 50 arcos, con claros de seis metros con 20 centímetros aproximadamente. El más alto de los arcos supera los 16 metros de altura y en la parte alta tiene una canaleta que conduciría agua, informó el arqueólogo.

Este acueducto empezó a ser construido en el año 1616, pero en 1620 se abandonó la obra por más de 100 años y en 1764 se retomó el proyecto, ante la necesidad de llevar agua a la zona del Santuario de Los Remedios, por ello también construyeron dos caracoles que servirían como un sifón de vacío, pero realmente nunca operaron.

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Al parecer porque hubo un error en la pendiente o porque el ojo de agua de Chimalpa en esa época se secó, fueron una serie de eventos que contribuyeron a que la obra no funcionara.

En esa época si había agua en la zona, porque cruzaban el río Totolinga y muy cerca el Chico de Los Remedios, además de ojos de agua como el de Chimalpa, pero el desnivel de subir el agua a casi 80 metros de altura requería de una ingeniería de gran precisión, reconoció el también investigador Francisco Mayen.

Fue en 1764 cuando el proyecto lo retomó el Virrey Marqués de Cruillas , Joaquín de Monserrat, junto con todas las obras de infraestructura y manda pedir a la Corona Española al ingeniero militar Ricardo Aylmer.

El especialista, quien además de participar en la fortificación de Veracruz, no sólo terminó el Acueducto de Los Remedios, al mismo tiempo hizo el de Chapultepec y continuó con el Gran Canal de Zumpango, en un trabajo conjunto con el ingeniero Idelfonso Iniestra Bejarano y Durán, quien también realizó el templo de San Felipe Neri, así como la portada y la torre del templo de San Francisco en Tepotzotlán, señaló el arqueólogo Francisco Mayén.

Zona de peligro

Al ser un monumento histórico catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Acueducto de Los Remedios debiera ser una zona protegida, no sólo para evitar daños a su estructura con pintas y golpes, sino además para preservar el entorno y que sea un punto de observación segura del bosque, donde la gente suele caminar sobre sus arcos, reconoció el investigador.

Sin embargo, a escasos cinco metros del acueducto y de uno de sus caracoles hay quienes han construido sus casas y, por el contrario, vecinos de la zona han impedido la construcción de comercios, desarrollos y hasta de una gasolinera en los terrenos que también forman parte del Parque Nacional de Los Remedios, en una lucha que se ha prolongado durante las últimas dos décadas, señaló Patricia Canales, integrante de Fuerza Unida Emiliano Zapata en Pro de las Áreas Verdes.

Los robos, asaltos e incluso el haber arrojado el cuerpo de una niña asesinada justo en el ágora del acueducto se debe a la poca iluminación, descuido y falta de vigilancia, esto se refleja claramente en un módulo de la policía ubicado en la zona el cual no opera, señalaron los colonos.

Por ello, es importante establecer acciones legales para revertir los procesos de invasión, coincidieron el arqueólogo Francisco Mayén y Patricia Canales en entrevistas por separado.

Así como impulsar el rescate de este sitio histórico, que da orgullo y sentido de pertenencia a la comunidad, no sólo como un área verde, también con su ágora como centro cultural, con un plan a corto y mediano plazo para que la comunidad aprecie su patrimonio, indicó Mayén Anguiano.

“De nada sirve un proyecto de rescate arquitectónico, si la población no se apropia del proyecto, que se sienta incluido en la protección y que este les aporte algo, que deje beneficios económicos a la población de la zona, para que ellos mismos la protejan”, agregó el investigador.

Durante un recorrido por la zona, EL UNIVERSAL pudo constatar que el monumento tiene grafitis en varias de sus columnas, además, en sus alrededores hay acumulación de basura. También se pudo documentar la presencia de comercio ambulante en sus inmediaciones.

Los caracoles del Acueducto de Los Remedios tienen pintas y en la parte más alta de su estructura es evidente el deterioro y la pérdida de parte de su estructura, así como el nacimiento de vegetación.

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