Jilotzingo, Méx.— “Apenas estamos empezando, ahorita todavía no se asimila nada. Hay gente que piensa en regresar, no se quieren salir, piensan como nosotros, porque ¿a poco vas a querer perder lo que has hecho en toda una vida?
“Está complicado, aunque pienso que lo material lo podemos recuperar y a lo mejor nos reubican, pero otros están resignados a pensar: aquí nací y aquí me muero”, señalaron María de la Paz Morales y Juan Carlos Zaragoza, una pareja de esposos que están viviendo en la iglesia de San Luis Apóstol, tras el deslave del cerro La Peña hace dos semanas, que provocó la muerte de 10 personas.
Pese al aviso de autoridades municipales sobre el alto riesgo que se corre en la zona conocida como Dangú, la pareja se arriesgó a subir a su casa, ubicada en una ladera, para sacar una pequeña lavadora. “Queremos la lavadora para lavar los uniformes, porque hay niños que no dejaron de ir a las escuelas”, expusieron.
El matrimonio reconoció que ya les avisaron que se encuentran en zona de riesgo; sin embargo, entraron rápido, lo que también han hecho otros colonos de San Luis Ayucan, para sacar de a poco sus pertenencias o simplemente revisar que todo siga igual en las casas que no se cayeron.
Los dueños de una miscelánea y una taquería que se encuentran en una zona comercial en la entrada a Dongú ya tomaron la decisión de cambiarse a otro sitio.
Mientras que personal de la tintorería San Luis Las Palmas y la juguetería Cositas remueve el lodo de los interiores y las entradas con el afán de volver a prestar sus servicios próximamente.