.- Lorena Gutiérrez Rangel tiene 53 años de edad, en siete años pasó de tener una vida tranquila y digna en la comunidad de La Lupita Casas Viejas, en medio del bosque, en Lerma, a enarbolar una revolución contra la injusticia y lo "desgarrador" de perderlo todo.
Actualmente pugna por lograr cambios en el Código Penal y que haya sentencias más duras para menores infractores que cometen delitos, como en el caso de su hija.
A los 46 años, doña Lorena tenía cuatro hijos, un pequeño taller de costura, su marido era dueño de una reducida flotilla de transporte público y vivían en paz, en el 2015, su hija Fátima fue víctima de feminicidio producto de 43 lesiones en el cuerpo, cabeza, tórax, y desde entonces Lorena no ha podido conservar nada de lo que antes identificaba como su vida.
Para el 2020, su hijo menor murió después de una larga depresión, pues nunca pudo superar la imagen de su hermana lapidada. El desplazamiento, la violencia y la lucha por alcanzar justicia y sentenciar a los tres responsables del feminicidio de su hija no la resumen, dice, pues pese a lo "desgarrador de haberlo perdido todo", está viva para dejar huella.
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Lorena es originaria de Lerma , un municipio del Valle de Toluca, en donde su vida transcurrió en calma, entre vecinos que son familia y amigos, su esposo se dedicó al transporte público, pero en el 2015 todo dió un vuelco, pues su hija Fátima Varinia, de 12 años de edad, fue interceptada por tres hombres que la asesinaron. Para Lorena, la búsqueda de su hija fue el arranque de una nueva vida, tras horas de intensa pesquisa dieron con el cuerpo de la menor, debajo de rocas que pesaban 30 kilos, y donde la hallaron con 43 lesiones en cara, cabeza, cuerpo, tórax y extremidades. La mayoría de ellas provocadas con un objeto punzocortante, “originadas en maniobras de sometimiento”.
"De ese tamaño ha sido mi dolor", dice ella. Confiar en las autoridades fue otro revés pues si bien el día de los hechos, ella decidió arrancar de las manos del pueblo a los responsables y salvarlos del linchamiento, hoy se arrepiente de haber pensado que el camino de la ley, la llevaría a la justicia.
Foto: Jorge Alvarado / EL UNIVERSAL
En el arduo camino del proceso legal, en el que fueron sentenciados dos de los tres responsables. El 8 de junio de 2017, la jueza del Distrito Judicial de Lerma de Villada dictó una sentencia condenatoria de 73 años contra Luis Ángel Atayde Reyes; y una absolutoria para José Juan “N”, El Pelón, y ordenó su libertad pese a que los familiares y vecinos lo vieron en el momento y lugar del crimen. Fue hasta el año pasado que fue sentenciado a cadena perpetua por el crimen, aunque su hermano menor, únicamente pagó cinco años en la Quinta del Bosque, pues era menor de edad cuando cometió el feminicidio.
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Lorena tuvo que salir de su casa, abandonar su hogar, buscar refugio en otras latitudes, dejar a su familia y abandonar sus sueños. La familia de los responsables no solo la amagaron, sino la violentaron. En su pequeña vivienda aún persisten los tarros de bala que rafaguearon los allegados de los feminicidas.
Foto: Jorge Alvarado / EL UNIVERSAL
Fátima tenía cuatro hermanos. El más pequeño era Daniel , de 11 años, fue él quien se internó en el bosque y, tras observar la tierra removida en una zanja, vio un piecito semienterrado entre la hojarasca. El entonces niño, de apenas unos años, enfrentó una imagen tan aterradora, que no logró superar, se volvió en un problema mental que no fue bien atendido y que debido a que la familia entera estuvo a salto de mata, derivó en la muerte del joven cuando éste cumplió 16 años.
Además, Jimena Quintana, hermana mayor de Fátima, se alejó de sus padres y hermanos por temor a que alguien pueda hacerle daño a sus niños.
apr/cls