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Recuerdo la primera vez que probé un vino chino. Sí, fue una experiencia impactante. El simple hecho de tener sobre la mesa una botella decorada con un dragón, coloridos hànzì (caracteres) y la leyenda: Hecho en China provocó en mí todo tipo de sentimientos, principalmente antipatía. Después de probar aquel Cabernet Sauvignon de la bodega Dragon Seal –vinícola ubicada en Haidián, Beijing– todas las dudas que tenía se esfumaron y entendí que, pese a quien le pese, los chinos saben hacer vino. Vaya lección.
En México, pocas veces nos atrevemos a hablar de China como uno de los mayores productores de vinos a nivel mundial. Al igual que yo, miles de sommeliers, catadores y distribuidores muestran cierta aversión a escribir, recomendar y comercializar estos fermentados. Tal vez, mi querido lector, sea momento de cambiar la imagen negativa de esta región y empezar a entrarle a las etiquetas Made in China.
La semana pasada viajé a Fangshán, al suroeste de Beijing, para participar en el foro y campeonato de vinos asiáticos The Silk Route 2016. Debo decir que descubrir una de las zonas vitivinícolas más importantes de China, así como la enorme variedad de fermentados que hoy se producen en India, Japón, Mongolia, Armenia, Georgia, Líbano y otros países de Asia Occidental y Oriental, fue una experiencia extraordinaria.
“Oye, Carlos, ¿y cómo son los vinos chinos?”. Son caldos diversos, antes que nada. La mayor parte de los viñedos se reparten a lo largo de 12 zonas productoras, concentradas principalmente en el norte y centro del país. La Provincia de Shandong (que incluye las ciudades de Yantai y Qingdao) es responsable de más del 45 por ciento del vino que se produce en China; los suelos arcillosos que caracterizan a la región, con capacidad para retener nutrientes y agua, han hecho posible tener buenos resultados con uvas como Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay, Riesling y la icónica Cabernet Gernischt, que muchos asocian con la Carménère.
¿Acerca de los aromas y sabores? Definitivamente exóticos, un tanto rústicos. No hay que perder de vista que, a pesar de ser uno de los mayores productores de vino, China se encuentra en una fase inicial de desarrollo. En cuanto a tipos de vinos, debo traer a colación el hecho de que los chinos son capaces de copiar cualquier cosa, basta con probar los vinos de hielo que se elaboran en la región de Tonghua.
“¿Dónde puedo comprar vino chino?”. En México, mi muy informado lector, es imposible. Sin embargo, no dudo que en los próximos años sean un común denominador en tiendas especializadas y restaurantes.
La próxima semana le platicaré de algunos descubrimientos de India, Japón, Georgia y Armenia, mientras tanto le dejo una recomendación directita del terruño libanés.
—Carlos Borboa es periodista gastronómico, sommelier certificado y juez internacional de vinos y destilados.
Chateau Ksara
Reserve Du Couvent
Cabernet Sauvignon, Syrah y Cabernet Franc
Zona de producción: Valle de la Becá, Líbano
Vista: color rojo rubí profundo, brillante y limpio.
Nariz: intensidad aromática media, notas florales, manzanilla y frutos tropicales guayaba y piña.
Boca: gran presencia de frutas maduras, taninos suaves, redondos y puros, y un final persistente y agradable.