Como la historia de muchas familias en España, la de Félix Callejo y sus descendientes ha girado en torno al mundo del vino; sin embargo a diferencia de otras tantas, el arraigo a la tradición y el apego al terruño ha sido precisamente el eje y el motor para una transformación de una lengua ancestral
: la de un vino que expresa la plenitud de la tierra y el carácter de un oficio que revierte las palabras propias en nuevas fórmulas que llevan la esencia de las cepas a un diálogo inagotable con los consumidores actuales.
"Mis recuerdos de la infancia, de la adolescencia, los momentos trascendentes que vives con tu familia, giran en torno al vino. Tengo en la memoria las palabras de la gente del campo, de los productores, de mi padre mismo dando sus puntos de vista en torno a tal o cual proceso, o sobre las características de determinada añada.
Mi abuelo, como tantos otros de su generación, estuvo en el negocio de la comercialización de vino a granel, así era en esos tiempos.
"Después, en el año 89, mi padre vino a cambiar todo lo que hasta entonces había sido la acción de la familia en el mundo vinícola con la creación de una bodega enfocada en marcar una nueva percepción sobre el oficio de hacer vino, sobre la identidad y el carácter de lo que se producía en Ribera del Duero. Fueron años de experimentación, de implementación de nuevos procesos y nuevas perspectivas que a partir de 1993 se vio recompensado , entre otras cosas, con los premios y reconocimientos tanto en España como en el extranjero", dice Noelia Callejo, quien trabaja junto con su hermano José Félix en la definición enológica de esta bodega familiar ubicada en la población de Sotillo de la Ribera, en Burgos.
Enfocado en la innovación y en buscar y definir nuevas vías de producción y desarrollo, Félix Callejo marcó también nuevas rutas en la comercialización de sus vinos en una época en que no muchos abrían rutas hacia el exterior. "Estamos super contentos con nuestra presencia en México, la gente aprecia nuestras etiquetas y las reconoce no solo como algo en tendencia, sino como productos que se fueron abriendo paso en el gusto de los mexicanos hasta volverse en algo muy cercano a sus paladares, a su cocina. Mi padre tuvo siempre este país entre sus prioridades y trabajó mucho en abrir contactos, relaciones, en que la gente conociera nuestros vinos, y es algo que ahora también estamos cosechando".
Con Flores de Callejo, un Tempranillo con 6 meses en barrica de roble francés, Félix Callejo ha establecido una franca lealtad del público mexicano hacia la bodega, con un vino de fina estructura, suave frutalidad, fácil de beber, posicionándose como un favorito en su segmento. Sin embargo la oferta de la bodega para el mercado nacional se extiende hacia otras propuestas en sintonía con las búsquedas de los consumidores, con el carácter elocuente, fino y directo de su Callejo Crianza, con sus 12 meses en barrica bordalesa de roble francés; hasta la exquisita y elegante riqueza de Majuelos de Callejo, un vino completo, con un discurso propio en el plano gustativo; y la riqueza formal y conceptual de Gran Callejo, cuya compleja definición es la pauta de memorables armonizaciones.
Con una formación profesional en España y el desarrollo de experiencias profesionales en Napa, California, y en Mendoza, Argentina, Noelia es la menor de la familia Callejo y, como su hermano José Félix, y sus hermanas Cristina y Beatriz, forma parte del equipo directivo de la bodega, específicamente en el segmento enológico.
"Trabajo muy de la mano con José Félix en la definición de nuestros vinos. No es algo que hagamos por separado, o que a uno corresponda en específico hacer un vino. Es algo que además revisamos y evaluamos siempre en familia.
Somos muy afectos a reunirnos y eso siempre nos da la oportunidad de revisar nuestro trabajo. De hecho también nos gustan las reuniones familiares, por lo que no faltan las oportunidades para apreciar nuestros vinos en sintonía con una buena comida.
"Crecí entre depósitos y barricas, escuchando lo que se podía hacer en el campo, con la uva, con los vinos. Fue un enorme aprendizaje, pero también necesitaba expandir mi mundo, escuchar otros puntos de vista a lo que usualmente se decía en Ribera del Duero. La experiencia del Nuevo Mundo me abrió un nuevo panorama, primero en Napa, con Matt Taylor, en Araujo Estate, una bodega muy pequeña enfocada a la producción ecológica y biodinámica; y posteriormente en Viña Cobos, en Mendoza, un proyecto de Paul Hobbs en esas tierras", resalta Noelia.
La oportunidad de experimentar y conocer otras perspectivas, añade la enóloga, fue fundamental para tener una visión más vasta de la riqueza que entraña la tierra burgalesa. "No podemos ni queremos poryectarnos como una bodega biodinámica; realizamos desde luego las diversas prácticas ecológicas en beneficio de la tierra, el medio ambiente y la comunidad, pero la biodinámica no es una meta como tal. Es una herramienta que nos permite tener otra visión del cultivo de la uva y el proceso de la elaboración del vino. Como nueva generación, nos hemos podido replantear muchos principios y puntos de vista, pero mantenemos un pleno interés en nuestras raíces, en el respeto a la uva y al suelo. Vivimos con el respeto a los abuelos y valorando siempre las formas en cómo se trabajaba la tierra y aprendiendo de ello".
Una de las propuestas en este segmento es la producción de El Lebrero, un vino producido bajo el concepto de Vino de la Tierra de Castilla y León realizado con la variedad Albillo, una cepa autóctona de la Denominación de Origen que sin embargo ha sido poco utilizada e incluso excluida en la mayoría de los viñedos.
"Es una uva que incluso se utilizaba para la producción con uva tinta del tradicional clarete que hace tiempo se consumía en la región. No resulta demasiado rentable, al menos desde las perspectivas actuales, y ha sido relegada dentro de los planes de la mayoría de las bodegas. Consideramos que es un auténtico tesoro y lejos de relegarla hemos impulsado la producción de este vino con una cantidad inicial de 5 mil botellas. Creo que en sus distintos matices, la Albillo es una uva con características propias que aporta al panorama actual del vino español, y por supuesto a las posibilidades gastronómicas con su intensidad, mineralidad, sus notas frutales y sus especiados. Nuestro objetivo es ampliar su cultivo y restituir el valor y la presencia de esta uva propia de la zona", expresa Noelia Callejo.