Si llegaste a visitar el show room de Vinos Amparo en la colonia Roma, probablemente sepas que la importadora de vinos del viejo mundo renació en Vigneron, un wine bar que se fue transformando hasta ser un acogedor lugar para disfrutar de una copa de vino artesanal sin pretensiones y acompañarla de un platillo reconfortante.
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La palabra /vi· ɲǝ· ʁɔ/ proveniente del francés: persona que dedica su vida al cultivo de la vid para producir vino, un concepto que habla sobre los vinicultores que tienen una pequeña parcela familiar de toda la vida, que les encanta el mundo del vino y lo crean en bajas producciones.
Vigneron evoca a una cantina parisina, un lugar pequeño, pero cordial. Hay un par de mesas afuera, otro junto a la ventana, un par más cerca de la cocina abierta y una mesa comunal para compartir, si es que quieres, una copa con otros exploradores de vino que visiten el mismo día el wine bar.
En Vigneron hay más de 365 etiquetas en la carta, es decir, podrías probar un vino cada día y no repitir jamás. Eso sí, la diferencia frente a otros wine bars de la ciudad es que puedes probar cualquier etiqueta de la carta por copeo sin restricciones.
Incluso, puedes preguntar por los vinos especiales que llegan espontáneamente cuando los productores les envían. El trato, al ser directo, permite a Vigneron controlar esta oferta, traer a la CDMX etiquetas únicas, escasas y que puede que te encuentres en cada visita si tienes suerte.
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El público en los wine bars puede ser imponente, los comensales pueden ser desde amateurs en el tema, hasta sommeliers reconocidos, Vigneron los suele adoptar a ambos. Si quieres ir, tomarte un vinito, comer rico e irte sin preguntar nada sobre los vinos lo puedes hacer, es perfecto para una cita, un reencuentro de amigos o hasta para ir solo a leer, si es tu estilo.
Pero también es el lugar para informarse, pues al tener tantas etiquetas y expresiones poco conocidas o de una producción más baja, se puede crear un dominio más extenso del mundo del vino. De hecho, todo el personal de Vigneron es capaz de recomendar una etiqueta, un maridaje o aconsejarte y resolver dudas, ya que todos están certificados.
En palabras de Mario Luna, el sommelier de Vigneron, “el público es gente que le interesa comer y beber bien, algunos vienen por los platillos, otros por el ambiente y otros por los vinos”, por lo que hay de todo y para todos. Una opción más amable de disfrutar de perfiles distintos que solo los grandes restaurantes Michelín, por ejemplo, suelen ofrecer.
El equipo se consideran embajadores de los vignerones, un lugar para compartir el arte, la historia, ciencia y naturaleza del vino, para llevar un mensaje de otras tierras a través de la copa y hasta del tiempo, pues hay etiquetas de hasta 40 años.
Los vinos suelen ser complejos, con muchas capas, sabor, aroma y sobretodo, muy versátiles con el ámbito gastronómico. Es así como los platillos que acompañan la compa, deben de ser atiandos, aspecto que el chef Aram Abisahi logra a la perfección.
El chef creó una carta que se nutre de ingredientes locales y de temporada que es coherente con el estilo de vinos de Vigneron. En la carta destacan platos como tomates heriloom, pepino persa y burrata, las papas fritas con caviar, la pesca del día o el imperdible filete de res a la pimienta, que puedes pedir con un buen champagne por copeo. Además, puedes pedir la hamburguesa especial.
Finalmente es un lugar tranquilo, donde puedes pedir una ensalada del huerto, hasta una tarta de caramelo, pasando con un pato o un chicharrón con guacamole. Todo pensado para que el vino sea el guía, pero la comida sea el mejor amigo de cada copa especial que elijas.
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"La vida es demasiado corta para tomar mal vino" es como la carta de Vigneron comienza. Si los visitas, pregunta por la selección de la semana, con 10 a 12 vinos por copeo, o bien, por las etiquetas del vigneron del mes, donde reconocen la historia y trabajo de vinicultores pequeños al ofrecer sus vinos en la carta, acompañado de un pequeño perfil de cada uno, todo para enaltecer no solo la sed por el descubrimiento de nuevos perfiles, sino por las pequeñas historias de los productores del viejo mundo.