“Taberna. 1. f. Establecimiento público, de carácter popular, donde se sirven y expenden bebidas y, a veces , se sirven comidas.” versa la Real Academia Española. Aquí se sirve trago, se preparan alimentos, pero su cheque promedio rebasa “lo asequible”, tal vez por eso intercambiaron la B por V. No es crítica, es observación. La palabra evoca un local viejo maltrecho de paredes desgastadas, madera roída, personas gratamente aturdidas por el alcohol e inclusive, vulgar.

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Una taverna sin la "v" de vulgar
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Taverna Prim es lo contrario, las mesas, paredes y cada elemento inserto en su decoración dan esa vibra antigua, pero de manera refinada. Es como si el cast de Los Bridgerton y el de Juego de Tronos (específicamente la guardia de la noche) hubiesen tenido un hijo. No es presunción, pero conozco muchos restaurantes en la ciudad y ninguno posee esta atmósfera tan singular. Toma nota si quieres quedar bien con alguien en la primera cita.

Siguiendo la inspiración tabernaria (olvidando la acepción vulgar), las opciones gastronómicas son limitadas. Pero no veamos su cortísimo menú como un detrimento, sino como la certeza de una propuesta sólida de acento mediterráneo . Cierto, no hay nada que no hayamos visto antes, pero está muy bien ejecutado. Hay que abrir apetito con un coctel, solo cuidado con el negroni porque me trajeron el negroni añejado de costo más elevado sin preguntarme.

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Después de unos sorbos, el paladar está listo para iniciar el picoteo. No sé si fue coincidencia, pero cuando el sol iluminó la oscura habitación donde me asignaron la mesa, un cuarteto de rebanadas de pan tostado llegaron, listos para ser untados con jitomate molido y ajo nadando en aceite. Deseé tener un tarro gigante de cerveza y una larga barba para tirármela encima mientras la bebo al estilo Gimli de El Señor de los Anillos, aunque los comensales lo reprobarían.

No le tenía mucha fe a los dátiles rellenos con chorizo, pero nadie me dijo que vendrían envueltos en jamón y asentados sobre una salsa de pimiento rostizado . Maravillosos. Le siguió un mini pay rústico de tomates rostizados rociados con piñón y sutilmente coronados con arúgula. Ordenamos uno más. De sabor intenso, pero sabroso fueron las brochetas de cordero con una salsa de alcaparras que le aporta un descanso acidito al gusto. Olvidaba mencionar que a esta altura ya sostenía una cerveza IPA de barril, aunque la mesera nos la vendió como lager.

El maridaje musical es peculiar y a la vez reconfortante, aplausos al curador.

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Creo que el pincho de terrina de pato y alioli de estragón fue mi favorito. El pan crujía sutilmente, la textura de la carne era suave y agradecí la generosa porción de la salsa que lo acompañaba. No tenía ánimo de compartir el plato fuerte, por lo que ordené el grilled cheese de berenjena con huevo frito, pero antes, un carpaccio de betabel con jocoque y pistaches. Bien. El entre panes me gustó sin volarme la cabeza, como algunos me habían contado, hubiese optado por el sándwich de costilla braseada. No hubo postre, pues era mi cumpleaños y tenía un pastel de chocolate esperándome en casa. Además de que ya nos habían cerrado la cocina.

Taverna en Prim

Dirección: Calle Gral. Prim 34, Juárez, CDMX.

Teléfono: 55 1945 7664.

Horario: mar.-mié. 13-00 hrs, jue.-sáb. 13-01 hrs, dom. 13-19 hrs.

Cheque promedio: 950 pesos

*Diana Féito es periodista gastronómica, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrarás comiendo algo rico y compartiéndolo en sus redes. Síguela en

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