En la Roma abrieron un restaurante . No importa cuándo leas esto. Tengo la firme teoría de que por cada bebé que nace en la ciudad, alguien está pensando en abrir un local en la colonia (dato no comprobado). No los culpo, durante el porfiriato, el barrio fue diseñado para la clase alta. Basta fijarse en sus largos camellones imitando las calles parisinas. La zona es céntrica, ecléctica, es una sobreviviente. Ha resistido el abandono, la gentrificación, dos sismos y los embates del gobierno.
Se habla el idioma del antojo
En un espacio que honestamente no recuerdo qué era, debajo de un edificio abandonado, una pareja abrió un “café-bistro-bardevinos-pub”, enmarcado por una trucha naranja que parece saltar de sus largos ventanales hacia la banqueta. Una decena de diminutas mesas habitualmente ocupadas por comensales extranjeros y uno que otro local, regional, mexa, pues. Lo cierto es que las nacionalidades no importan, te hablan en el idioma que ocupes.
Aquí practican una cocina sin pretensiones, como el propio local muestra, sencillo, acogedor, personal y sin distracciones. A excepción de la espectacular barra que divide la cocina del salón, donde se despliega un desfile de panqués, scones, galletas, baguettes y el quiche o la galette de temporada. Amor a primera vista. Si necesitas una prueba, dirígete al pastel de aceite de olivo y mermelada de persimón. Recomiendo olvidarse de cualquier restricción, a menos que sea alérgica, no vaya a ser, y dejarse llevar por el antojo.
Cuando uno ve una baguette, le viene a la cabeza rellenarla de carnes frías y queso, pero hazte un favor y pide la galette. La versión del menú en turno, el cual cambia de acuerdo a los productos disponibles: ricotta con hongos y brotes de chícharo. Una fiesta de sabor, a menos que no te guste el ajo, ¿o eres pariente lejano de la reina Isabel La Católica? Pero apartando la historia, el quiche de ortiga y flor de calabaza es una alternativa, pero olvídate de la fiesta.
¿Y qué sería de un Café , con letra mayúscula sin un buen ídem? Es por eso que el grano que sirven es de Jiribilla [marca mexicana de minucioso cuidado desde su cosecha hasta su tueste que, sin ánimo de promoción, es de mis favoritos]. Una taza de café es de mis pequeños placeres y, en Café Trucha, el hedonismo se extiende con un scone de chocolate y kumquat acompañado con mantequilla y miel.
Antes de despedirme, retomemos ese pastel de aceite del que te hablé unas líneas arriba. De enorme jugosidad, tamaño y sabor, es uno de los bocados ineludibles del lugar. Pide para comer, para llevar o para ir comiendo, pero hazlo. Por cierto, si vas por la tarde puedes disfrutar aperitivos como un toast de sardina o un plato de quesos y bajarlos con vinos naturales.
Café Trucha
Dirección: Plaza Río de Janeiro 53-Local 2, col. Roma.
Tel: 5912 0366
Horario: mar- vie 8:00-23:00, sáb-dom 9:00-23 hrs.
Promedio: $250.00
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