Si te has planteado ir un paso más allá y eliminar por completo la proteína animal de tu dieta para tener una alimentación basada en vegetales por razones éticas, de salud o ideológicas, es recomendable acudir con un especialista que te guíe y te aconseje cómo hacer que tu plan de alimentación cubra todas las necesidades nutrimentales que requieres dependiendo de tu estilo de vida.
La doctora Angélica Peña, jefa del departamento de Nutrición del Instituto Nacional de Cancerología, confirma que “los alimentos de origen vegetal tienen la misma capacidad, como las fuentes de origen animal, de proveernos de aminoácidos que finalmente sintetizarán o formarán las proteínas que requiere nuestro cuerpo para sus funciones biológicas”, y añade “siempre y cuando consideremos que debemos variar los alimentos para que se complementen entre sí y logren una combinación adecuada”.
Dentro de esta corriente, existen diferentes tipos de vegetarianismo dependiendo de las restricciones en los alimentos:
O “semi vegetarianismo”, es aquella dieta en la que se ha empezado a reducir la ingesta de proteína animal y a aumentar considerablemente el consumo de fruta y verduras, además de aumentar el consumo de frutos secos y grasas vegetales saludables. También aquí se considerarían aquellas dietas en las que no se consume carne animal pero sí pescado y mariscos.
En esta dieta no se consume ningún producto de origen animal excepto los huevos (en el primer caso) y los huevos (de preferencia aquellos que provienen de gallinas criadas en libertad) y productos derivados de la leche como quesos, mantequillas y cremas.
A excepción de la miel, se trata de una corriente que sigue el vegetarianismo estricto.
El veganismo implica no consumir ningún producto animal ni sus derivados, independientemente de que el animal haya sufrido o no para dar lugar a dichos productos;
ni siquiera leche, huevos, miel o cualquier otro producto.
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