El tahini es uno de los ingredientes de la cocina del Medio Oriente de los que no se habla mucho, a pesar de ser un personaje indispensable en preparaciones insignia como es hummus de garbanzos o el baba ganoush.
Se trata de una pasta que se elabora a partir de semillas de ajonjolí tostadas, que al molerse liberan sus aceites naturales y complejos sabores con el toque ahumado por el tostado, puede agregarse algún tipo de aceite vegetal de sabor neutro para lograr una mezcla homogénea sin perder sabor.
La importancia de la semilla de sésamo es notable en la cultura árabe, donde se creía, por ejemplo, que el aceite de ajonjolí poseía propiedades medicinales.
No se han encontrado datos que puedan asegurar el origen del tahini , sin embargo, su uso se centra principalmente en el Medio Oriente, así como en el sudeste y centro de Asia y algunas cocinas de África.
Actualmente la planta de sésamo se cultiva en alrededor de 70 países, de los cuales 50 se reparten en los continentes de África y Asia.
En cuanto al valor nutricional del ajonjolí, se le puede considerar como un súper alimento, ya que está compuesta por hasta un 63% de grasas mono y poliinsaturadas, también conocidas como “grasas buenas” que ayudan a regular los niveles de colesterol.
La semilla de sésamo contiene alrededor de 25% de proteínas y 13% de hidratos de carbono, además de aportar otros elementos nutricionales de gran valor como lo son el magnesio que ayuda a tener huesos fuertes, refuerza el sistema inmune y mantiene en buen estado los músculos.
Su contenido de manganeso es auxiliar en la coagulación sanguínea, mientras que el hierro ayuda en la producción de tejido conectivo y hemoglobina junto con el cobre.
El alto contenido de calcio en el ajonjolí puede sustituir otras fuentes como la leche, mientras que sus vitaminas B1 y E se encargan de transformar los hidratos de carbono en energía para el cuerpo y combatir los radicales libres respectivamente.
El consumo a través del tahini es una gran opción para recibir de mejor manera todos los beneficios contenidos dentro de esta pequeña semilla, ya que al romper su estructura el cuerpo absorbe los nutrientes más fácilmente.
Para ello, te dejamos esta receta para que la uses en todo tipo de platillos o simplemente la untes en vegetales o pan pita.
1 taza de semillas de ajonjolí
30 ml de aceite neutro (maíz, girasol, etc.)
1 cdita. de sal
En un sartén seco tostar las semillas de ajonjolí a fuego medio-bajo.
Mover constantemente para que tomen un color dorado claro y homogéneo. Retirar del fuego.
En una licuadora, procesador de alimentos, molcajete o mortero, moler las semillas hasta que formen una pasta.
Agregar el aceite y la sal para hacer una pasta más fluida, volver a moler hasta que los ingredientes se integren.
Mantener en un contenedor cerrado dentro del refrigerador.
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