El Acapulco de días soleados y de atardeceres en la playa, desde el pasado 25 de octubre solo habita en nuestros recuerdos. El huracán Otis, categoría cinco, se llevó lo que conociámos de este único destino turístico. Susana Palazuelos Rosenzweig, chef y empresaria fue una de las afectadas de este desastre natural en el que perdió su patrimonio, pero no por eso, las ganas recuperarse y ayudar a la comunidad guerrerense desde su trinchera.
“El 24 de octubre era mi aniversario de bodas, ese día, al ser parte de la Cruz Roja, me llamaron en punto de las cuatro de la tarde para tener una reunión con representantes de la naval, el ejército militar y protección civil. Era categoría cuatro y que pronto sería cinco”, recuerda Susana, propietaria de Casa del Mar, el lugar de banquetes en donde la élite mexicana desea celebrar sus eventos.
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“Los techos de mi cocina empezaron a volar ese día a las once y media de la noche, los vidrios se cimbraron. Paramos el evento y nos fuimos a resguardar a nuestras casas. Esto es una respuesta al calentamiento global, y seguirá pasando. Lo terrible de esto fue quedarse incomunicados y no tener luz. Lo importante, fue estar vivos”, comparte Suana, ferviente amante de Acapulco y que durante el desastre canalizó gran cantidad de donaciones.
Además de buscar recursos económicos, prestó su Casa Azul para que el chef José Andrés de World Central Kitchen (una cocina itinerante que anteriormente estuvo en Ucrania y después en la franja de Gaza), en compañía de su hijo y chef Eduardo Wichtendahl Palazuelos, se dieran a la tarea de preparar comidas para brigadistas y sociedad civil.
“En mi casa de banquetes metieron todo el equipo para cocinar. Después del huracán, mi lugar sufrió un saqueo, pero eso no impidió levantar una cocina de emergencia”, comenta Susana, quien afirma que de esta experiencia, la lección fue vivir el presente porque “el mejor o peor día de tu vida cambia. Esta es una oportunidad para que Acapulco crezca, y se fortalezca, siendo el turismo, la mejor forma de ayudar”.
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La ayuda no cesa, como la Delegada Estatal de la Cruz Roja Mexicana, Susana ha logrado donaciones de 10 mil toneladas de alimentos y artículos de limpieza. “Me siento muy honrada que a través de mí, la gente donara ropa, juguetes, dinero para láminas y gasolina”, reitera la banquetera que en una ocasión le sirvió una cena a la Reina Isabel II de Inglaterra en el Fuerte de San Diego.
Durante sus banquetes y muestras gastronómicas internacionales, ella difunde el arte de Guerrero, ya sean artesanías, textiles, ingredientes, licores y destilados locales. “Las mujeres de este estado tienen una capacidad increíble, son artistas y muy trabajadoras”, comparte mientras nos sirve una crema de mezcal en su cocina. “Me dá orgullo saber que mezcales que producen en mi tierra ganan premios internacionales. Yo las honro poniendo su trabajo en las mesas de mis fiestas y reuniones, así la gente las puede conocer. Y eso también lo hago con las cocineras tradicionales regionales, las reúno en Casa Azul”, agrega Susana.
La calma a Acapulco está regresando, el turismo está regresando y con ello fuentes de trabajo para los locales. “Hace un mes que empezaron a restablecerse los servcios. No hay que perder la calma y ser positivos. Acapulco es un paraíso, todos lo amamos, el mar está más hermoso que nunca. Esto que sucedió es una gran lección de la naturaleza”, finaliza la chef y empresaria.
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