¿No puedes vivir sin ponerle picante a tu comida? Seguramente, las salsas embotelladas no pueden faltar en tu alacena.
Con tan solo unas gotitas de salsa, puedes transformar tus platillos, añadiendo ese toque picosito que hace que cada comida sea irresistible. Ya sea que estés preparando una botana, fruta o cualquier otra delicia, estas salsas embotelladas son el secreto para llevar tus platillos al siguiente nivel.
¿Estás en busca de salsas embotelladas que añadan un auténtico sabor mexicano a tus comidas? En Menú te traemos ocho opciones que cualquier mexicano que se respete debe conocer.
Creada en 1989 y originaria de Jalisco, comenzó a exportarse a Estados Unidos en 2003. Ha ganado adeptos hasta alcanzar un 10% del mercado.
Sazonador de chile, limón y sal de mar elaborado en Zapopan, Jalisco por agricultores de la región. Ideal para espolvorear frutas como pepino, cítricos o verduras.
Creada en 1960 en Jalisco por Manuel Maciel Méndez. Elaborada con chiles puya y vinagre, es una de las salsas con mayor participación de mercado en México.
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Originaria de Estados Unidos, su historia se remonta a 1868. Se elabora con chiles tabasco, vinagre, sal, y se envejece en barriles de roble.
Se basa en la receta nipona umeboshi, que proviene del fruto homónimo. En México. se compone de chile ancho, guajillo y de árbol, mezclados con sal y azúcar.
De las salsas embotelladas más antiguas en México, fue creada en 1933 por La Costeña. Su sabor proviene del chile guajillo y se acentúa con una mezcla de especias.
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Elaborada en Nayarit, desde 1949, con chile cascabel y la legendaria receta de Don Roberto. Hoy esta marca produce más de 100 mil botellas diarias.
Hecha con chiles de árbol y piquín, y sazonada con especias regionales. Tras ser adquirida por McCormick, en 2020, ha extendido su presencia a más de 20 países.