El huevo es uno de los alimentos consentidos de los mexicanos. Se prepara estrellado con sus deliciosos frijolitos o al estilo “ranchero”, con una rica salsa. También se pueden hacer revueltos, agregándoles chorizo, jamón o tocino, hablamos de un alimento sumamente versátil. El huevo es altamente nutritivo, contiene vitaminas A, D, E y K, además de complejo B, lo que mantiene nuestros músculos fuertes, fortalece el sistema inmunológico, protege el corazón y mejora la vista.
Sin lugar a dudas, es indispensable en nuestra dieta y su preparación es sencilla, pero lo complicado es identificar si es fresco al momento de comprarlo. Un buen método para saberlo es poniéndolo a contraluz, si la yema está en el centro, es fresco. Los viejos por lo general tienen la yema más pegada al cascarón.
Los huevos que están sucios no son aptos para el consumo, ya que pueden contener bacterias como salmonella y bacilos, que ocasionan un gran daño a nuestra salud. ¿No tienes de otra? lávalos minuciosamente y preparalos de inmediato.
No compres huevos rotos o con pequeñas fisuras, porque existe la posibilidad de que estén contaminados y te pueden causar enfermedades, sobre todo de tipo gastrointestinal.
Si ya los compraste y a primera vista están “bien”, puedes verificar si esto es verdad. Introduce el huevo en un recipiente con dos tazas de agua y cuatro cucharadas de sal. Si el huevo es fresco, quedará en el fondo, de lo contrario flotará.