La lechuga es uno de los vegetales más populares en el mundo. Su preparación es relativamente fácil, lo que permite que sea el alimento estrella en nuestras ensaladas o el acompañante de hamburguesas, flautas, tacos y tostadas.
Se compone de 95% agua, haciéndola ideal para la época de calor porque refresca el organismo, al mismo tiempo que lo nutre con vitaminas y minerales, entre ellos, fósforo, magnesio y calcio.
Sin embargo, algunos componentes de la lechuga podrían ser perjudiciales para la salud. En Menú te contamos quienes deberían limitar el consumo de esta hortaliza.
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Además de las personas alérgicas a la lechuga, hay otros grupos que se ven afectados tras consumirla. Aquí podemos mencionar a aquellas que tienen problemas digestivos.
Al ser fuente natural de fibra, consumir grandes cantidades ocasiona flatulencias, hinchazón y diarrea, esto de acuerdo con el portal de supermercados BM. Por tal motivo, se recomienda consultar la ingesta con un especialista.
De no poder limitar el consumo, los expertos sugieren cortarla en pequeños trozos y masticarla lentamente para evitar complicaciones de salud. Al mismo tiempo, podremos digerirla fácilmente.
También tenemos que prestar atención a los productos con los que la combinamos. Por ejemplo, la mayoría de ensaladas se acompañan con vinagre y la lechuga es prácticamente agua, así que no cuenta con medios para neutralizar y podría resultar irritante.
Si sufres de acidez estomacal es mejor comer la lechuga sola, ya que tanto los aderezos como el vinagre empeoran los síntomas de dichas afecciones, explica MedlinePlus.
De igual manera, las personas que sufren de reflujo gastroesofágico, conocido coloquialmente como “reflujo”, y aquellas que padecen hernias de hiato tienen que olvidarse de comer lechuga. Para evitar molestias, se aconseja acompañar la lechuga con aderezos a base de yogurt.
Comer lechuga sin lavar trae malas consecuencias para todas las personas. Tanto las verduras como las frutas son portadoras de patógenos, bacterias, toxinas y pesticidas que provocan vómitos, náuseas, diarrea, gastroenteritis aguda y daños en el intestino delgado, detalla la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
Recuerda lavar tus alimentos bajo el chorro de agua y desinfectarlos. Puedes juntar las hojas de lechuga que vayas a consumir en un recipiente con agua, añadir unas gotitas de lejía o desinfectante y después dejarlas reposar por 5 minutos.
Terminado ese tiempo, colócalas sobre una servilleta y ¡listo! Ya puedes agregarla a tus comidas sin preocupación.
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