En los años recientes, la fama y el consumo de alimentos orgánicos se ha incrementado en el mundo entero. Esto se debe en parte a la preocupación por mejorar la alimentación, pero también por la desconfianza que existe en la seguridad y producción de los alimentos convencionales. Se prefieren porque en ninguna etapa de la producción de alimentos orgánicos de origen vegetal (frutas y verduras) se usan fertilizantes, herbicidas o pesticidas químicos. Además, no crecen en ambientes genéticamente modificados.
Mientras que “los de origen animal no contienen hormonas, las cuales se usan para acelerar su crecimiento o producción, pero que son perjudiciales para los seres humanos. Asimismo, reciben nutrición orgánica, sus condiciones de vida son más higiénicas y se asegura que no coman de suelo con pesticidas o fertilizantes”, comenta Diana Castellanos Givaudan, nutrióloga clínica con especialidad en artes culinarias. El propósito de todo esto es evitar que estas sustancias químicas y aditivos se filtren en los alimentos y lleguen al organismo de las personas que los ingieren. Sin embargo, al exigir mayor calidad, su desarrollo y producción son menos rápidas, por lo que su costo es significativamente mayor.
Actualmente se produce todo tipo de alimentos bajo protocolos orgánicos: carnes, huevos, miel, aceitunas, azúcar, té, café, frutas, verduras, vinos, aceites, lácteos, con todas las variantes de derivados y formas de comercialización en el mundo, por ejemplo, congelados, conservas, dulces, entre otros.
¿Son mejores?
Estos alimentos conservan naturalmente sus propiedades y no tienen ningún quí- mico que pueda alterar al organismo humano. Sin embargo, hoy existe un debate acerca de si son mejores. “Hay estudios que comprueban que, al no tener pesticidas y químicos añadidos, tienen mayores beneficios nutricionales como más vitaminas, minerales y micronutrientes; pero otros señalan que las diferencias no son significativas o, bien, que sus nutrimentos son iguales. Lo que sí es un hecho es que los alimentos orgánicos, al no tener contacto con químicos, son absorbidos con mayor facilidad y generan menos riesgos a la salud. Además poseen un sabor mucho más intenso y duradero”, señala la nutrióloga Diana Castellanos.
Pros y contras
Lo bueno
Lo malo
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