Abrir una botella de vino es la puerta a una experiencia siempre diferente. Algunas veces descorchar un vino puede traer sorpresas, incluso podrías encontrarte con un diamante. Por desgracia, no será realmente una de esas costosas piedras preciosas pero sí un indicador de que podrías estar por beber un buen vino.
Si al destapar tu botella has podido notar pequeños cristales en la parte del corcho que está en contacto con el vino, no te asustes, no se trata de un defecto. En Menú te contamos qué son y por qué sucede este peculiar fenómeno.
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Los llamados “diamantes del vino” son cristales que se forman de manera natural debido al tartrato, un compuesto químico conocido también como bitartrato de potasio, el cual se produce cuando el potasio y el ácido tartárico se combinan.
El ácido tartárico es un componente natural que se encuentra presente en las uvas, principalmente en las semillas. Cuando estos dos elementos se mezclan y se someten a condiciones de temperaturas bajas o movimiento continuo, las pequeñas partículas de estas sales se atraen unas a otras, formando cristales cada vez más grandes.
Si la botella se encuentra de lado y el vino toca el corcho, ahí se acumulan los cristales, aunque si la botella está en posición vertical, estos pueden acumularse en el fondo. Estos cristales pueden confundirse con sedimento, sin embargo no lo son, pues el sedimento consiste en restos orgánicos del proceso de vinificación como pulpa o cáscaras de uva.
Los diamantes del vino pueden presentarse tanto en vino blanco como vino tinto. Es más común encontrarlos adheridos a los corchos de variedades tintas pero contrario a lo que se creería, las cepas de uva blanca contienen mayores cantidades de tartratos. La diferencia que hace que estos vinos no presenten dichos cristales es que al ser comúnmente servidos fríos, las vinícolas optan por estabilizar sus vinos para evitar estas formaciones en temperaturas bajas.
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Encontrar diamantes en el vino no debe ser motivo de preocupación, pues es un indicador de buena calidad. Uno de los principales beneficios es que regula la tan deseada acidez en el vino, además de que funciona como conservador natural.
La tendencia entre los vitivinicultores se inclina cada vez más hacia intervenir lo mínimo posible dentro de los procesos del vino, por ello, son cada vez menos quienes deciden usar técnicas como la estabilización en frío y el filtrado, pues pueden lograr que se pierdan las características más sutiles de aromas y sabores en el vino.
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