Las etiquetas en los productos no solamente son importantes para saber la caducidad o el origen de un alimento, sino que explican que tan perjudiciales o beneficiosos son tanto para nuestro organismo como para el medio ambiente. Tal es el caso de los alimentos orgánicos.
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Lejos de ser una artimaña comercial para vender un producto común a un precio un poco más elevado, que un producto sea “orgánico” significa que su elaboración tiene ciertas características que promueven un uso más responsable de recursos, así como un menor uso de materiales químicos como pesticidas o fertilizantes.
Todos los productos vegetales, animales y sus derivados tienen que seguir los principios de ecología, salud, equidad y precaución planteados en la Ley de Productos Orgánicos, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
El concepto general de “alimentos orgánicos” creció tras la pandemia cuando la concientización del cuidado de la salud propia se volvió más importante que nunca. En general, se trata de liberar a nuestro cuerpo de sustancias externas a él como residuos químicos, conservadores, hormonas o aditivos. Saber qué es lo que consumimos es primordial, a la par de tratar de reducir los residuos en el medio ambiente.
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La etiqueta “orgánico” puede confundirse con otros conceptos alimentarios. Primero hay que saber que si algo es orgánico, no necesariamente es vegano. El veganismo lucha por el fin del consumo y uso animal por los seres humanos. Los alimentos orgánicos, se siguen considerando así, aún al vender carne y otros derivados de animales como huevos o leche. Esto solamente si se sigue el cuidado adecuado del ganado, su vacunación y alimentación orgánica también.
De la mano de este punto, un alimento orgánico no es lo mismo que un alimento natural. Este último se refiere a aquellos a los que no se les agregan colorantes, edulcorantes, saborizantes o conservadores artificiales. Que un alimento sea natural no significa que también sea orgánico pues no garantiza que no se usen componentes químicos para su elaboración.
En México, los alimentos orgánicos avalados llevan consigo el sello de certificación Orgánico SAGARPA.
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Según algunas investigaciones científicas de la Universidad de Barcelona, explican que los alimentos orgánicos conservan más de la mitad de sus propiedades naturales. Aquí se menciona que las fresas y los tomates orgánicos, pro ejemplo, tienen 50% más de vitamina C y de fenol. Además de que en carnes, lácteos y huevos orgánicos, se presenta un alto contenido de ácidos grasos omega-3. Esto debido a que la alimentación de los animales de ganado también es orgánica.
Comer alimentos orgánicos, además de que contribuye, en teoría, a un mejor cuidado ambiental, también ayuda a un mejor cuidado de nuestro cuerpo, pues evita sustancias que pueden ser hasta cancerígenas como los pesticidas o los fertilizantes químicos.
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