Seguramente has sentido un “nudo” en el estómago frente a alguna emoción fuerte, indigestión ante un enojo o el famoso revolotear de mariposas cuando se está enamorado. Todo esto tiene una explicación. Los microbios que viven en nuestro intestino interactúan directamente con el sistema nervioso central .
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Tanto el cerebro como el intestino , son los dos órganos más complejos de nuestro cuerpo y entre ellos existe una conexión bidireccional, según explica el destacado gastroenterólogo e investigador Emeran Mayer durante su ponencia en el Nutrition Forum 2022.
Hasta hace no mucho tiempo se creía que el intestino solo era un órgano con funciones digestivas sin embargo, hoy es considerado como el segundo cerebro ya que en él se alojan:
● Más de 500 millones de neuronas, esto es más de las que hay en la médula ósea o todo el sistema nervioso periférico.
● El 70 % de las células inmunitarias del cuerpo, es decir, aquellas encargadas de protegernos frente a agentes patógenos.
● La mayoría de las células productoras de hormonas.
● Más del 80 % de la serotonina, importante neurotransmisor conocido como “la hormona de la felicidad”.
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El eje intestino cerebro intercomunica mecanismos neuronales, hormonales e inmunológicos.
Las emociones pueden provocar malestar gastrointestinal y por el contrario, problemas intestinales pueden afectar el estado de ánimo, por lo tanto, una mala salud digestiva puede ser causa de ansiedad, estrés, memoria, e incluso depresión.
Existe evidencia que muestra que la microbiota puede activar las vías neuronales y el sistema nervioso central, esto proporciona nuevas herramientas para la prevención y el tratamiento de enfermedades mentales como Alzheimer o incluso autismo.
1. Incluir más vegetales y menos animales en la dieta.
2. Procurar -al menos- 30 distintos alimentos de origen vegetal por semana. Estos incluyen cereales de grano entero, tubérculos, leguminosas, verduras, frutas y semillas.
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3. Incorporar fermentados -preferentemente- con microorganismos vivos (probióticos) como: kéfir o leche de búlgaros, yogurt, kimchi tradicional y chucrut crudo.
4. Optar por lácteos fermentados que incluyan distintas cepas de probióticos.
5. Evitar alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas.
6. Preferir agua simple en lugar de refrescos, bebidas azucaradas o jugos.
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7. Realizar actividad física diaria.
8. Dormir de 7 a 8 horas diarias.
9. Involucrar prácticas de relajación como la meditación, el yoga o el taichí.
10. La terapia cognitivo conductual ha mostrado ser efectiva tanto en trastornos mentales como digestivos.
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