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Si algo caracteriza al salmón es su icónico color rosado, aunque te tenemos noticias: el color coral de estos pescados no es natural, pues los salmones de granja son en realidad de color blanco o grisáceo. Estos peces obtienen su color gracias a unas capsulas o suplementos alimenticios.
El salmón salvaje obtiene su pigmentación de manera natural pues mantiene una dieta rica en crustáceos y krill, los cuales son ricos en carotenoides, lo que le da a los cangrejos y camarones las tonalidades rojizas y anaranjadas que los caracterizan.
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Al contrario, los salmones criados en cautiverio se alimentan con algunas pastas de pescados más pequeños, almidón de maíz, grasas animales, algunas levaduras y soya transgénica, por lo que su carne se torna de colores grisáceos.
Para obtener el característico color del salmón las granjas en donde son criados estos pescados utilizan una sustancia no toxica para el ser humano llamada antoxantina artificial. Se le agrega este tipo de colorante a los pescados, pues de acuerdo con diferentes estudios de mercado los consumidores no se sienten atraídos por el color natural de los salmones en cautiverio.
Esta sustancia no representa ningún riesgo para la salud humana, sin embargo, en diferentes países como Australia o Nueva Zelanda está prohibida realizar esta técnica en los pescados.
El salmón por otra parte, es un alimento rico en ácidos grasos Omega 3 los cuáles ayudan a disminuir los niveles altos de colesterol en la sangre. Es una buena fuente de proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales como el potasio y vitaminas B12 las cuáles ayudan a mantener el buen funcionamiento de la tiroides y el intestino.
El omega 3 que contiene este tipo de alimento, es bueno para ayudar con problemas cognitivos tales como el Alzheimer. También se ha demostrado que las personas que consumen salmón son menos propensas a sufrir depresión.
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