Los alemanes son conocidos por su puntualidad, la calidad de sus automóviles , la arquitectura de sus castillos y su gastronomía, particularmente las salchichas y la cerveza. Esto último me condujo al número 1024 de la avenida Vértiz (a la altura de la Narvarte), donde una colosal figura con un traje típico bávaro y un tarro en la mano derecha adorna la fachada del lugar. Si no encuentra dicho monumento, guíese por los tacos Beto “los de cochinada”, que están a un costado.

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Para ingresar al restaurante, hay que subir unas escaleras de madera que vieron mejores tiempos hace más de una década, cuando visité por última vez este lugar. Por aquí no pasó el tiempo, tal vez solo cambió el color de sus paredes y desaparecieron algunas mesas de madera, pero la esencia de “jardín de cerveza” está intacta, o mi memoria no es tan pulcra. Sábado por la tarde, soleado. Naturalmente, la terraza estaba llena, pero no veo platos en las mesas. Siempre es un buen indicador de cuánto tardarán en servirte.

Nibelungengarten: un alemán muy mexicano
Nibelungengarten: un alemán muy mexicano

El mesero se acerca a la mesa y lo atiborramos de preguntas sin respuestas de utilidad. Me explico: “¿qué nos recomiendas de entrada? Queremos algo típico”. Su revés incluye desde un plato de queso y carnes frías hasta alitas boneless. Con las cervezas pasa algo similar. No lo culpo, tiene pinta de cocinero que tuvo que salir a atender mesas y solo quería que ordenáramos. Le pedimos unos minutos para decidir. Error. Regresó en 10.

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Para beber, nos decidimos por una cerveza Braufactum German Pale Ale y una Tucher Urfränkisch Dunkel. Las botellas llegan bien escoltadas por sus vasos, un seidel (tarro largo y delgado para la pale ale) y un vaso weizen (perfecto para una dunkelweize n). Un sorbo, dos, tres, ya llevamos la mitad y no se asoma la comida. De pronto aparecen las croquetas holandesas : bolitas de queso y papa que sumergimos en mayonesa y catsup antes de llevar a la boca. Cumplidoras, apaciguaron el hambre.

La salchicha como un bien cultural 

La puntualidad alemana aquí no existe, pues alrededor de 20 minutos después llegan dos platos con un par de salchichas: la bratwurst de cerdo asada, acompañada con chucrut o col agria y ensalada de papa. La segunda: una weißwurst o salchicha blanca de ternera con puré de papa y chucrut. Luce casero y el sabor lo comprueba. Robamos pan de la canasta que nos sirvieron llegando para completar la ecuación culinaria teutona.

Nibelungengarten: un alemán muy mexicano
Nibelungengarten: un alemán muy mexicano

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Para terminar, pedimos un strudel de manzana con helado. Sentir la combinación del bocado tibio de la pasta rellena de manzana y frutos secos con frío de la vainilla es la magia del postre. Lo terminamos justo cuando mi perro se despierta inquieto. El lugar es pet friendly , aunque es la única mascota en todo el espacio. Mi acompañante sale con el perro y yo espero la cuenta. Tarda tanto que me levanto a buscarla y me llevó dos sorpresas: el total del ticket y una cerveza; una de las que pedimos estaba al 2x1, pero nunca logró llegar a la mesa.

Nibelungengarten

Dirección: Dr. José María Vertiz 1024, col. Narvarte

Tel: 55.5609.1309

Horario: dom.-mar. 13-21 hrs., mié.13-00 hrs., jue.-sáb. 13-02 hrs.

*Diana Féito es periodista gastronómica, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrarás comiendo rico. Síguela en Instagram

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