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En nuestro último encuentro le contaba acerca de innovadores y frescos cocteles inspirados en los destilados nacionales de agave. Una frase fue motivo de charla a lo largo de todo el fin de semana: “tequila spritz”.
No le había dicho que uno de mis placeres culposos es beber largas y heladas copas de Aperol Spritz, mítica mezcla de Aperol, prosecco y agua gasificada.
Aprovechando la coyuntura coctelera y los calores de primavera, vamos a explorar los caminos de este icónico trago de vino espumoso.
Antes que nada debo aclarar que, si bien soy un creyente de las posibilidades de algunos vinos en coctelera, nunca le recomendaría mezclar etiquetas que por sí mismas tengan la capacidad de expresar complejos aromas, texturas y sabores. Añadir otros ingredientes a cualquier fermentado de uva debe hacerse con el único propósito de potenciar matices sensoriales, nunca opacarlos. Así, dejaré de lado calimochos y tintocolas que, aunque tienen sus adeptos, no se incluyen en esta visión particular.
Ahora sí, vayamos a lo nuestro. La palabra Spritz proviene del alemán spritzen, que significa rociar o salpicar ; la historia relata que a inicios del Siglo XIX, en tiempos del Imperio austríaco, los soldados afincados en el Reino lombardo-véneto solían pedir a los anfitriones locales que “salpicaran” sus vasos de vino con agua para suavizar la potencia gustativa del fermentado de uva. Con el paso del tiempo, el agua con gas fue incorporándose, dando origen al término “Spritz o spritzing”.
Nativo de la ciudad veneciana de Padua, el Aperol surge en 1912 de la mano de los hermanos Luigi y Silvio Barbieri, quienes experimentaron durante más de un lustro con cáscaras de naranja, vainilla, ruibarbo, chinchona, genciana y una mezcla secreta de hierbas y raíces para innovar en el mercado de los aperitivos. Los venecianos presentaron su amargo en la Feria Internacional de Padua en 1919, mismo que se convirtió en todo un éxito; para la década de 1930, el Aperol se había extendido por toda Italia, popularizado entre hombres y mujeres por su bajo contenido alcohólico.
¿La unión…? Sucedió espontáneamente, mientras la costumbre de agregar agua gasificada al vino y a los amargos locales iba creciendo. ¡Sí!, el Spritz puede aplicar para otros aperitivos y licores más allá del Aperol, incluido campari, cynar, vermouth.
Pero, ¿cuál es el efecto que provoca la mezcla? Literalmente, prosecco y agua con gas permiten disolver al amargo, aligerándolo pero también abriendo sus múltiples capas aromáticas y gustativas. El amargo, a su vez, acentúa la frutalidad y carácter floral del espumoso , además de brindarle complejidad y longitud en boca. La efervescencia de ambos fluidos resulta en una incomparable y placentera frescura, repleta de tonos cítricos que se potencian con la infaltable cáscara de naranja que corona la mezcla.
Concluiré pues revelando mi fórmula personal:
2 onzas de Aperol, 1 onza de agua con gas (¡medida!), 3 onzas de prosecco extra seco, 1 sólo cubo de hielo y 1 twist de naranja. Servir en vaso corto y nunca, ¡nunca!, agitar.
$379
Vinoteca
FANTINEL PROSECCO EXTRA DRY
Glera
Zona de producción: DOC Prosecco, Italia
Vista:
amarillo paja, con burbuja fina y persistente
Nariz:
agradables aromas florales, con tonos sutiles de frutos tropicales maduros, peras y durazno
Boca:
suave, amable, con efervescencia agradable y acidez vibrante. Fresco y largo final frutal