Me declaro amante de la pizza, y no soy la única. México es el segundo país de América, con el mayor consumo de este platillo adoptado gracias a la migración italiana a finales de 1800 e inicios de 1900. ¡Consumimos 120 millones de unidades al año!, según el Portafolio de Hospitalidad de United Business (UBM), una cifra bastante llamativa.
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Regresando a tierras aztecas, este platillo ocasionalmente comparado con el sope, nunca perdió popularidad. Aunque las modas van y vienen, desde esa época extraña donde pululaban lugares de alitas, hasta tendencias como la cocina molecular y ahora la de fermentos, la pizza siempre ha estado ahí, permanece. Inclusive al pasar de los años, el arte de la pizza, sus ingedientes y cocineros se perfeccionaron El término pizzaiolo comenzó a sonar en la ciudad como la figura máxima para hacer pizza, y la apertura de una pizzería siempre es motivo de felicidad.
Pizza y música de acetato
Por todo esto les quiero contar de dos lugares nuevos que centran su oferta en este círculo italiano cuasi perfecto. El primero tiene “su propio beat”, y es que el concepto gira en torno a los viniles. Se autodenominan “Pizza & vinil bar”. Con esa fórmula, nada puede salir mal. Las paredes están tapizadas de la colección privada de discos de uno de los dueños, la cual marida con la monchosa carta diseñada por el chef Jaime Durán (léase Casa Olimpia) o “Jimmy”, para los compas.
De entrada, pide una ensalada. Leíste bien. No es una ensalada cualquiera, es de corazones de lechuga asados con aderezo césar y chicharrón de pork belly. Sigue con los gnocchi con salsa de tomate, cola de res braseada y parmesano. Te servirán pan para acompañarlo, pero mejor reserva tu estómago para la pizza. Probamos la duxelle con hongos aromatizados con trufa, queso fontina, mizuna y parmesano, y la supreme pepperoni. Llámame purista, pero me quedo con la segunda.
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Nota: llega a partir de las seis de la tarde, a esa hora llega el dj.
Con aire de nostalgia
El segundo local no requiere mucha presentación, pues lleva en el apellido al chef Marco Carboni (léase Sartoria, Polpo, Bottega, Cucina…).
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Bajo el nombre Madonna Pizza, el minimalista local de inspiración setentera, presume el horno como su candente corazón. Aunque la cocina abierta te hace sentir parte del proceso, pero las miradas se desvían a la mesa en cuanto llega la verdaderaprotagonista: la pizza.
Abre apetito con un par de arancinis (bolitas de arroz): uno de ragú de salchicha italiana y el otro que es una verdadera oda al queso con una mezcla de grana padano, pecorino, gorgonzola y parmigiano. Continúa con una burrata e pomodori (jitomate pues): los cuales se cocinan en el horno a la leña, y lleva albahaca, cherry así com un poco de pesto. Y la pizza… (suspira) prueba la margarita sbagliata (equivocado en italiano) o la deliciosa, con blanco parmesano, mozzarella, grana padano, salchicha italiana y panceta. Para rematar, pide el tiramisú. Llega servido en una coqueta cafetera moka y es delicioso.
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* Diana Féito es periodista gastronómica, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrarás comiendo algo rico y compartiéndolo en sus redes.
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