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Al centro de Europa y protegida por los Montes Cárpatos, Hungría siempre ha sido clasificada como gran zona de vinos dulces. Y lo es, pero su poco conocida gama de estilos es digna de cautivar a cualquier paladar.
A pesar de que no tiene salida al mar, el lago Balaton es el cuerpo de agua más importante del país. Esto hace posible que cinco de las 22 regiones de vino del país húngaro habiten a su alrededor. “Balaton es el paraíso para cualquier local. Cualquiera quisiera vivir ahí y adicionalmente gozar de lo que ahí se vinifica.
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“En la parte norte se ubica la zona de Balatonfüred, en la península de Tihany, donde la variedad más importante es la Olasriszling, una blanca que no tiene que ver con la Riesling. Era la más plantada durante la época socialista debido a que no requiere de muchos cuidados”, destaca el sommelier Sebastian Giraldo Makovej, de ascendencia húngara y Sommelier del 2022 para ese país.
El resultado de la zona al frente del lago y la expresión de la uva es de vinos muy frescos, con complejidad aromática y quizá uno de los mejores blancos de esta nación. En la parte norte, y después de atravesar la capital Budapest, se llega a Eger, donde se elabora uno de los productos más emblemáticos llamado Bikaver.
“En 1500, los otomanos invaden los países al sur de Hungría y sus habitantes llegaron con sus uvas tintas y se asentaron en Eger. “Cuando llegan los turcos, los húngaros del norte querían demostrar ser más valientes. Es por eso que se pintaban de rojo la cara para asustarlos. Los otomanos pensaron que tomaban sangre de toro (bikaver) para obtener fuerza.
Al final se dieron cuenta que no era así, y los turcos se mantuvieron 150 años aportando el uso de la paprika y el cerdo”, menciona Giraldo. Sin embargo, la idea del vino prevaleció y hace solamente 100 años obtiene el nombre de bikaver. La regla dicta que debe elaborarse con una mezcla de cuatro cepas como mínimo, sobresaliendo la tinta Kekfrankos, añejada en barricas por seis meses, y que solo se produce en dos regiones húngaras, una de ellas, Eger.
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En el sur, Villány, casi frontera con Croacia, ya tiene un clima submediterráneo (con cierta influencia marina) y aquí reina la Cabernet Franc para obtener tintos de mayor cuerpo.“La revista británica Decanter aseguró que tenía esa cualidad y llegaron a cambiar el nombre a la región por Villány Franc”, agrega.
Por último, Tokaj con su suelo volcánico y sus variedades Furmint y Hárslevelü no se enfoca únicamente en los vinos dulces botritizados afamados en todo el planeta. Los blancos secos tienen un espacio en el que la combinación de estas cepas y un toque de barrica de roble húngaro originan muchos aromas en nariz que nos recuerdan a los frutos blancos como la pera y la manzana verde, así como buena mineralidad y frescura gracias a la acidez.
La variedad no termina aquí, pero es indiscutible que los blancos secos, los desconocidos espumosos y la variedad de tintos húngaros brindan un panorama más exacto de lo que ofrece este país considerado “Isla de Europa” por contar con una lengua y cultura diferente a la de sus vecinos.
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