La cita estaba pactada: el fin de semana del 25 al 28 de mayo de este 2023, fuimos a San Miguel de Allende para vivir el Millesime GNP Weekend, una fiesta gastronómica que puso al alcance de nuestros tenedores, y por única ocasión, propuestas de chefs internacionales cuyos restaurantes han sido premiados por la Guía Michelin, como el “heredero” de Gastón Acurio en La Mar y representante de esta nueva ola de la comida peruana, Diego Oka; Rodrigo de la Calle y la estrella verde que se llevó en El Invernadero por su concepto de cocina verde y Lucía Freitas y su revolución de la comida gallega en A Tafona. A esta alineación se le sumaron más de una veintena de exitosos cocineros que nos regalaron una “probadita” de eso que saben hacer muy bien en cada uno de los proyectos gastronómicos que representan.
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El evento principal se llevó a cabo en los jardines del hotel Rosewood, donde se instalaron los stands en los que probamos propuestas de punta a punta del país (de Monterrey aMérida), y de otras latitudes (de España, Perú y Argentina).
Arrancamos la tarde con una degustación de jamón bellotero 5 Jotas maridado con jerez, para así darle un twist al clásico vino tinto con el que generalmente se suele servir. Y si de darle un giro a lo tradicional se trataba, las minitlayudas con trufa blanca nos sorprendieron para bien. La parte del mar la encontramos en diferentes formatos: ostiones frescos en su concha que podías aliñar con mignonette o macha, nigiris de atún o salmón acompañados de sake, que encontramos estratégicamente justo al lado del stand, o en algún guiso que presentaron los chefs.
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En cuanto a la barra y la cava, tuvimos oportunidad de experimentar diversos maridajes. Probamos el clásico carajillo, diferentes estilos de cervezas artesanales, tequila, mezcal y hasta vinos de las bodegas más relevantes del país en diferentes momentos del evento.
Sin importar el antojo que tuviéramos, encontramos de todo. Uno de los stands más concurridos fue el de Celia Florián de Las quince letras que sirvió un chile de agua a la vinagreta relleno de picadillo de cerdo, tostada de mole negro y tamal de chepil. Otro de nuestros favoritos fue el caldo de jaiba con curry y toast de carne seca de Juan Emilio Villaseñor y el ceviche negro de Daniel Rivera-Río.
La carne no podía faltar y qué mejor que un argentino para encender el asador… el encargado fue el chef Dante Ferrero, del restaurante Dante Brasa y Fuego, quien hizo gala de su expertise y preparó diferentes cortes. No podíamos pasar de largo por el stand de Pedro Martin de Bulla y su invitación a conocer las diferentes regiones de España; abrimos boca con un vermut con una guinda de aceituna y anchoa, seguimos con un gazpacho en texturas, una cuchara comestible con bacalao y emulsión de pimientos, y cerramos con un pulpo que maridamos con un Rosadito (un vino rosado espumoso de producción nacional que conocimos ese día).
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Si el evento del Garden dejó un delicioso sabor de boca, las “Cenas de altura” llevaron la experiencia a otro nivel, pues chefs con estrellas Michelin elaboraron un menú que nos sorprendió por su propuesta y sabor. Las cenas se realizaron de manera simultánea en el Hotel Casa Blanca, que contaron con el talento de Diego Oka y Rodrigo de la Calle, y en el Hotel Casa 1810, en el que pudimos degustar el menú de la dupla de Lucía Freitas y Carlos Gaytán, de Tzuco en Chicago.
La propuesta arrancó con una empanada líquida de atún y un mejillón en escabeche cítrico (algo muy tradicional de la comida gallega), a la que le siguieron una composición de betabeles rojo y amarillo en escabeche con mole rosa, flor de jamaica confitada, queso mascarpone y miel; una tetela espectacular de hoja santa rellena de puré de habas, requesón con quesillo y escamoles. Los fuertes unieron el mar y la tierra, Freitas presentó una lubina en salsa cítrica acompañada de hinojo y cebollas, y Gaytán cerró lo salado con un ribeye madurado en seco en un espejo de fondue de queso de cabra con papas rostizadas y jitomates heirloom. La noche culminó con La Vie’n Rose, un helado de frutos rojos con rosas, pimienta rosa, vinagre balsámico y una figura de caramelo.
San Miguel era una fiesta, pero no solo en Millesime, pues a la par del evento se realizaron otras actividades gastronómicas que afianzaron su categoría como destino culinario. Entre ellas, una comida-maridaje en la cava privada de Reserva de la Familia a cargo del chef Irving Cano, del Hotel Casa 1810, quien nos presentó un chicharrón de hoja de arroz frita con mayonesa de chicatana, helado de leche quemada y tuna, y una gelatina de café y tostada de maíz cubierta de chocolate.
También la Hacienda San José Lavista ofreció una comida maridada con las etiquetas más representativas de su viñedo. Las tartaletas de betabel y el queso brie cubierto de nueces y uvas acompañaron perfecto el vino espumoso con el que nos recibieron. Mientras que un tartar de atún maridó con el rosado de la casa. Para cerrar lo salado, sirvieron un Malbec y un rack de cordero con jus. El postre fue una reinterpretación de un tiramisú y se acompañó de una exclusiva para la marca… un oporto que pronto verá la luz.
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Con esta propuesta, Millesime se posiciona como uno de los eventos gastronómicos más esperados de cada año y nos deja a la expectativa de las sorpresas que tendrá en su edición en Ciudad de México.
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