No pude evitar compartir un meme que rezaba lo siguiente: “ya se cumplió un año de encierro pandémico y todo está bajo control gracias a...” y debajo del texto, una hermosa foto de una canasta llena de pan dulce. Yo no sé si a usted le pasó, pero el 2020 fue el año en el que más pan azucarado comí —en mi vida—. De carrito, de panificadora “de barrio” , de dark kitchen, de local hipster y hasta hecho en casa, usted nombre el lugar. El tema es que el combo harina, azúcar, mantequilla, se convirtió en un esponjoso abrazo.
Descubrí panes como el kouign-amann —se pronuncia “cuin aman”— originario de la bretaña francesa, volví a mi infancia con las orejas y los churros, recordé el sabor de los puerquitos y las rebanadas, y me volví fanática de los scones en diferentes versiones. Porque como dice el refrán: ¿a quién le dan pan que llore? A mí, no. Cada pan tiene lo suyo y cada persona tiene su favorito, pero la variedad es tan amplia que me resulta difícil elegir siempre el mismo.
Por salud mental no le voy a enumerar todos los panes que comí durante la contingencia. Lo que sí puedo hacer es recomendarle proyectos, panaderías y rinconcitos donde compré estas delicias azucaradas. Comencemos con mi crush del momento, su nombre es Saint Panadería (Gral. Benjamín Hill 146-1, col. Condesa) y tanto el scone de naranja con chocolate como el chocolatín son absolutamente deliciosos. Si le gusta el café, pruebe el que tienen, es maravilloso.
(Scone de naranja con chocolate de Saint Panadería / Foto: Diana Féito)
De Marne (Río Marne 13, col. Renacimiento) me tocó probar el pan de muerto y eso bastó para que ingresara a la lista, aunque su increíble pan francés influyó un poco en la decisión. Cuando se asome por ahí, no deje de pedirlo. Seguimos con El Cardenal (Palma 23, Centro Histórico) y su legendaria concha ¿vainilla o chocolate? ¡las dos! Las interminables filas para conseguir mesa continúan, pero usted pida el pan para llevar y santo remedio. Momento del mágico e inevitable rollo de guayaba o el scone de lavanda , de Panadería Rosetta (Colima 179, col. Roma Nte.), lo único malo es la espera, pero en una mordida todo queda atrás.
Signora Mariola
(Lago Tanganica 75, col. Granada) y sus secretos al poniente de la ciudad, incluyen un panqué de mandarina —de temporada— que explota en sabor con un sorbo de café. Regresando al centro, la panera de Forte Bread & Coffee (Querétaro 116, Roma Nte.) resguarda una gran dupla: el rol de canela con arándanos y la concha de cacao . Tip: ya cuentan con desayunos. Un nuevo vecino de la colonia Roma es Marcel (Jalapa 130, Roma Nte.) , que más allá de su cuidado interiorismo hacen buen pan, el rey es el kouign-amann , pero no hay que dejar pasar su berlinesa caramel cream y un café para acompañarlos.
Hay más panaderías en la ciudad que días del año. Este texto es una muestra de los highlights paneros , pero ya con más libertad de movimiento citadino, seguiré explorando rincones y reportándolo. ¡Larga vida al pan dulce !
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