Mayakoba es conocida por su calidez y la promesa de que cualquier visitante solo, en pareja o en familia podrá comer bien, descansar profundamente y disfrutar de un sin fin de actividades dentro de este paraje en la Riviera Maya. Sin embargo, no fue hasta el pasado 31 de octubre que el festejo de Día de Muertos tomo lugar en los cuatro resorts que lo conforman, con la primera edición de esta celebración en todo el complejo. En Menú te contamos todo lo que sucedió.
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Las celebraciones comenzaron con el recorrido por cada una de las ofrendas dentro de Andaz, Fairmont, Banyan Tree y Rosewood, las cuatro propiedades hoteleras de Myakoba.
Andaz creó un homenaje a los actores y actrices más reconocidas del cine de oro mexicano, con cochinita pibil, pan del chef Miguel Gómez, dulces típicos y proyecciones de películas de la época. Fairmont recreó una trajinera de Xochimilco, un breve pero iluminado espacio que tenía de fondo La Laguna, en donde embarcaciones pequeñas pasan en recorridos inmersivos. Banyan Tree presentó su propia versión de los siete escaños al Mictlán, rememorando la tradición de los siete días que se festeja el Día de Muertos desde el 27 de octubre, con las mascotas hasta el 02 de noviembre con la celebración completa, a esta ofrenda la custodiaban dos guerreros aztecas. Finalmente, Rosewood preparó una ofrenda clásica, con elementos tradicionales que funcionarían como escenario para un ritual que consistía en lanzar un barquito de madera iluminado con una vela a lo largo de la laguna, con un mensaje dirigido a las personas que ya fallecieron.
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Zapote Bar tiró la casa por la ventana. Este bar, reconocido como uno de los mejores del mundo preparó una fiesta de Halloween con los bartenders disfrazados y coctelería temática. El 31 de octubre sirvieron "zombie" un drink con Matusalen Gran Reserva 15 años, Campari, Matusalen Platinum, falerno; un jengibre, lima y almendras, canela, toronja, licor Chartreuse amarillo y leche. También destacó el "Black Revolver" con Tequila reserva de la Familia, café y bitters de naranja. Finalmente, el "It Potion" llevaba campari, licor Chartreuse verde, bitters de naranja y agua tónica.
Fairmont Mayakoba preparó una serie de estaciones gastronómicas inspiradas en el camino al descenso del Xibalbá y las pruebas que hay que pasar para llegar a este, de acuerdo con el Popol Vuh. En donde destacó la cocina tradicional yucateca y de la península. El personal explicó que parte de los festejos de la versión maya de Día de Muertos, es decir el Hanal Pixán, tenían que ver con la alimentación. Se sirvieron Mukbilpollo, un tamal de achiote con pollo al pib y relleno negro, hecho recado negro: chiles secos rojos tatemados, achiote, pimienta, comino, jitomate y jugo de naranja, acompañado del clásico but y tortillas.
El peak del festejo fue la ofrenda inmersiva, un recorrido completamente tematizado que representaba la vida y la muerte. Sobre un bote en la laguna, una guía te explica el anhelo y la nostalgia de vivir a través de cuatro estaciones: la primera representa la niñez, en la que se ve al personal tematizado de alebrijes, donde la creatividad y los sueños son el eje. Después se pasa a la juventud, con catrina cantando temas como "Recuérdame", mientras su pareja toca el violín sobre el puente que enmarca la laguna. Luego llega la vejez, en donde cantantes interpretan canciones de antaño, una de ellas, en un bote canta "La llorona", esta estación representa el auto-perdón y la reconciliación con la muerte. La penúltima estación es un portal, una representación del trascender con juegos de luces y humo, que te lleva directo al otro mundo.
Al bajar del bote, cuando llegas a la estación final, una gran ofrenda te espera, con adornos de cempasúchil y velas enmarcando el camino. Aquí podías encontrar tus antojitos mexicanos preferidos, desde un tamales verdes, esquites enormes, aguas frescas, churros, café, calaveritas de azúcar y más. Es tu propia ofrenda.
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Es así como el festejo de Día de Muertos en Mayakoba sucedió entre mariachis, comida tradicional, recorridos y actividades culturales que no solo el público extranjero pudo apreciar, sino también el nacional. Una celebración que dio el punto final en el pueblito, un espacio que reunió maquillistas para pintar las caras de los asistentes de catrinas, puestos de comida con carajillos de maíz, pan de muerto, pambazos, tamales, calabaza en tacha, drinks, helados, algodón de azúcar y más amenidades que recrearon una feria tradicional en cualquier parte de México. Se trató del primero de muchos festejos que conmemorarán el 2 de noviembre en todo su esplendor.