En el Pueblo mágico de Maní, Yucatán hay un santuario de meliponas, las abejas sagradas mayas. En él, las mujeres que protegen a este tipo de abeja se han convertido en expertas en el cuidado, manejo y conservación de la especie, la cual, parece hacer más que una de las mieles más nutritivas del mundo.
En esta pequeña comunidad hay una especie de matriarca, Elizabeth Bojórquez, una mujer con ascendencia maya que ha aprendido a manejar a las abejas meliponas, creando, junto con sus compañeras, refugios y panales para que esta especie en peligro de extinción pueda sobrevivir, reproducirse, y curar los males de aquellos que las visitan.
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Los Mayas adoraban a este tipo de abeja sin aguijón, a la que llamaban “Xunaan-Kab”, debido a las propiedades curativas que tiene su miel. Se dice, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, que los Mayas hacían de cuatro a seis ceremonias al año en agradecimiento por las propiedades de la miel.
Los conocimientos de aprovechamiento de la abeja melipona, provenientes de la comunidad Maya, han pasado de generación en generación, promoviendo una cultura de respeto por la abeja y por su miel. Ese es el mismo caso de Elizabeth, a quien su abuela le enseño cómo escuchar a las abejas, pedir permiso por su producto y, sorprendentemente, a curar malestares emocionales de aquellos que “tocan” la colmena.
De niña, Elizabeth fue picada por abejas apis mientras intentaba recolectar la miel en un árbol, su abuela explicó que, si pide permiso a las abejas y a la naturaleza, la colmena daría su consentimiento para extraer su miel. Elizabeth afirma que, al meditar, descalza, sintiendo el zumbido de las abejas en el árbol, en la tierra y en sus oídos, ha logrado conectar con este pequeño insecto de tal manera que ahora puede entenderlo sin necesidad de palabras.
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El conocimiento de Elizabeth por la abeja melipona creció a través de el estudio de rituales originarios mayas. Uno de ellos se enfoca en soltar del cuerpo aquello que nos pesa: la nostalgia, la tristeza o el estrés. Las abejas meliponas sienten, a través de sus vibraciones, estos malestares y pueden ayudar a soltarlo si nos permitimos conectar con ellas.
Copal, hierbas, miel y pan son los ingredientes con los que el ritual comienza. Las mujeres de la comunidad rodean a los asistentes y comienzan a agradecer, en Maya, a los cuatro puntos cardinales. Una vez curados por el humo del copal, Elizabeth y sus compañeras pasan con la persona a la que es dirigida la curación espiritual.
ꟷ¿Cuál es tu nombre?ꟷ, preguntan a cada uno después de tomarlo de las manos para generar una conexión. Al decirlo, comienzan a rezar en maya y a hacer una pequeña meditación. Generalmente es uno a uno, pero si el estrés o la nostalgia pesan, las compañeras se unen en círculo, tomadas de las manos para favorecer la energía del ritual.
Al terminar, una ultima oración maya en agradecimiento a la naturaleza es pronunciada y el siguiente paso es visitar las colmenas de las abejas meliponas, resguardadas en cajas de madera bajo una palapa.
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Las abejas meliponas no tienen aguijón, pero eso no significa que no sean arduas guerreras. En los meliponarios hay una abeja guardiana que, a través de un orificio, vigila que no entren abejas vecinas o insectos invasores. La mordida de la abeja melipona es mortal para seres de su tamaño, en la piel humana, apenas se siente un ligero cosquilleo.
Elizabeth asegura que, en la mano, tenemos puntos clave que demuestran nuestras preocupaciones o sentimientos negativos. Las abejas pueden sentirlo a través de su vibración, lo que produce que, al meter la mano y dejar que las meliponas se suban en tu palma, puedan tranquilizar tu sistema nervioso y emocional a través de sus mordidas.
Perdiendo el miedo a meter la mano en la colmena y permitir ser mordido por las meliponas, el siguiente y ultimo paso es escuchar su zumbido. Este sonido tiene un efecto relajador que se sincroniza con tu ritmo cardíaco y permite relajarte. Escuchar a las abejas de cerca es una experiencia tradicional maya, pero poco común en el resto de las comunidades.
Finalmente, comer un poco de la miel melipona con una hoja de naranja cierra el ritual maya, te trae de vuelta a la tierra y permite que empieces de nuevo. La miel de las meliponas es un alimento escaso pero muy curativo.
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En condiciones normales, las colmenas de abejas meliponas producen un litro y medio de miel al año, esto hace que su valor simbólico y comercial aumente, a su vez que enfatiza el cuidado artesanal que se debe tener con esta especie, evitando la sobreexplotación.
La SADER explica que las propiedades medicinales de esta miel ayudan al sistema inmunológico y son muy utilizadas para curar dolencias, heridas, irritaciones y quemaduras en la piel. La misma Elizabeth comenta que, después de ser picada por otras abejas, la miel melipona hizo que su hinchazón y ardor bajaran en cuestión de minutos. Según estudios, posee compuestos bioactivos como proteínas, flavonoides, polifenoles y gran cantidad de antioxidantes.
Las abejas meliponas están en peligro de extinción debido a la constante deforestación en Yucatán y el uso de agrotóxicos en plantaciones. Esta especie, al ser menos explotada se ha alejado de los impulsos de las grandes empresas para la explotación de sus recursos, aspecto que, si bien permite una conservación mucho más personal, tradicional y especializada, también ha sido invisibilizada por el mercado.
No se debe olvidar que, gracias a esta abeja, las plantaciones de axiote, aguacate, café, chile habanero, entre otros, pueden sobrevivir de manera natural. Estos alimentos también suelen ser endémicos de la península de Yucatán. Siendo ingredientes característicos de la gastronomía maya.
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Los esfuerzos de meliponarios y santuarios como el de Maní y otros alrededor de Yucatán permiten que la tradición maya continue y la vida de las abejas meliponas se conserve. Si quieres conocer esta experiencia y pasar un rato entre árboles, miel y uno que otro trago puedes visitar Avelo’s.
Dirección: Calle 20 x 23 y 25, Col. Candelaria, 97850, Maní, Yucatán.
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