Si hace algunos años nos hubieran dicho que en el estado de Hidalgo se hacía vino, quizá no lo habríamos creído. Y no por falta de riqueza y diversidad en sus tierras, sino que no estaba en el radar de las zonas vinícolas tradicionales que son reconocidas, como Valle de Guadalupe, ni había sido explorado lo suficiente para reconocer el potencial de su terruño.

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Quien hicieron la magia en el Valle del Mezquital fueron: los enólogos Agostina Astegiano y Fabricio Hernández, dos argentinos adoptados por México hace más de siete años, quienes en conjunto con Rafael Garza (viticultor), Felipe Magaña (director de la bodega) y el equipo en campo erigieron “El Refugio”, el primer viñedo del estado de Hidalgo.

El Refugio: una bodega con alma otomí
El Refugio: una bodega con alma otomí

Un lugar de cobijo y sorpresas

En los recorridos por la propiedad, Felipe Magaña presume orgullosamente que el sitio donde se encuentra el viñedo ha dado cobijo a uvas silvestres desde la época hispánica, pero ahora, gracias el savoir faire del equipo, tienen todo el potencial de hacer vinos de talla internacional. Tal es así, que su vino rosado Jamädi Grenache recibió una medalla de plata en la Selection of Mexico by Concours Mondial de Bruxelles en Guanajuato 2021.

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El origen del viñedo 

El nombre del viñedo no es fortuito, lo tomaron de la región homónima donde se encuentra, pero también lo adoptaron porque se asumen como un lugar de cobijo para las vides y para las buenas experiencias.

El Refugio: una bodega con alma otomí
El Refugio: una bodega con alma otomí

Al preguntarle a Felipe sobre la presencia del coyote en su etiqueta, menciona que ven en él a un animal que, si se permite la analogía, funge como un “nahual”del viñedo que demuestra la fortaleza y la resiliencia de sus producciones, pero también la adaptabilidad a diversas circunstancias, que es lo que ellos quieren lograr con Jamädi : adaptarse a los distintos paladares, ya sean nacionales o internacionales.

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El Refugio: una bodega con alma otomí
El Refugio: una bodega con alma otomí

Agostina y Fabricio dicen que no pueden estar más que felices de su primer lote de vinos terminados, pues al principio, otras casas vinícolas les encargaban la fermentación y terminado de sus producciones. Este año, con la compra de una embotelladora con tecnología de punta, cruzarán fronteras y se prepararán paravender en Estados Unidos, y así llevar aún más lejos la cultura vitivinícola de México .

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