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Los domingos existen para despertar tarde, para curar la cruda y para alimentarse como Dios manda, y el séptimo día, el mercado de San Pedro se llena de fieles. Tal vez sea coincidencia u obra celestial, pero Simón Pedro, uno de los mejores discípulos de Jesús, era pescador y las paredes de este lugar, resguardan algunas de las marisquerías más populares de la ciudad.
¿Altamar o La Fuente de la Juventud? Me enfrento al primer dilema y mi mente no está en condiciones de tomar una decisión tan compleja, pero el anhelo de recuperar la energía me encamina al segundo. La cocina es abierta y está rodeada por un cúmulo de mesas y desgastadas sillas de aluminio con el asiento color verde pistache; así como por un ejército de meseros uniformados.
La carta abre un mundo de posibilidades marítimas: caldos, arroces, ceviches, cocteles, conchas y un largo etcétera. Inicio con un simple pescadito frito que llega a los pocos minutos de haberlo ordenado. Limón y salsa de botella es la dupla infalible, pues el filete usado en este tipo de platillos, es de tipo económico (léase tilapia o Blanco del Nilo), pero por $15 podría pedir tres.
Me sigo con un Vuelve a la vida. Pulpo, camarón, jaiba, caracol y ostiones. El plato que lleva la resurrección en el nombre, se gradúa con honores y a la ceremonia asistió una bola de cerveza con limón y sal. La sombra del antojo continúa persiguiéndome y escapo de ella con una quesadilla de hueva de pescado. Frita, crujiente y un tanto grasosa, pero sabrosa.
Un aroma a carne asada se roba mi atención y la dinámica del mercado me permite cambiar fácilmente de escenario. En la carta de rayas azules y blancas que remite la bandera de Argentina se lee: Parrilla Don Beto. Momento de algo más sustancioso: choripan, jugo de carne, un bife de chorizo y un vino tinto servido en una copa que cambiaron dos veces por mala práctica del lava loza.
Desde una barra rectangular que funge como comedor de cuatro puntos cardinales, se observa todo el movimiento de la cocina/parrilla/tarja/bodega. A mi izquierda preparan las empanadas y las ensaladas, de frente está la parrilla y a mi costado derecho, hay charolas de pan esperando ser servidas. Afortunadamente tengo entretenimiento visual, pues han pasado 30 minutos desde que me tomaron la orden, pero nada llega.
Dos mitades de chorizo reposan al centro de una baguette sobre una cama de lechuga, jitomate y cebolla. La grasa del embutido se libera a cada mordida con ese toque a ahumado que marida bien con un trago de vino. El jugo de carne es intenso, de buen sabor y los condimentos, llámese cilantro, cebolla, maggi, inglesa, limón y aceite de oliva, terminan por hacer la tarea. Por último, la carne llega al término solicitado, es jugosa y se corta con facilidad. Para estar en un mercado, me parece un comedor argentino de buen ver, aunque sus precios demandan un servicio más eficiente.
Es la primera vez que vengo a comer a San Pedro y además de la oferta gastronómica, lo que más disfruté fue la falta de pose. Aquí lo que menos importa es quién eres o cómo luces, a lo único que se viene es a comer.
Mercado San Pedro de los Pinos
Dirección: Av. Dos S/N, San Pedro de los Pinos , CDMX.
Horario: La Fuente de la Juventud lun-dom 9-18 h y Parrilla Don Beto lun-vie 12-19 h, sáb-dom 9-19 h
Promedio: $250 y $350, respectivamente