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“Ya no tenemos kebab, cordero, ni limonada”, me confiesa el mesero cuando le pregunto por alguna recomendación. Por unos segundos, pienso en emprender la retirada, pero el aroma a especias que proviene de la improvisada cocina, me obliga a quedarme. “Todo está delicioso”, asegura el sonriente joven con ánimo de no perder un par de hambrientos comensales.
Apenas ocho mesas componen la suerte de restaurante que toma su nombre de la península donde habita Turquía: Anatolia . Entre música tradicional, azulejos que tapizan la barra de la cocina y una cenefa con motivos árabes, su salón narra discretamente su personalidad.
El yogur es uno de los ingredientes más utilizados en la cocina turca y aquí lo sirven en todo
; desde las entradas hasta el apartado líquido del menú. Decido experimentar con el ayran, una bebida fría, acidita y ligeramente salada , elaborada a base de dicho lácteo fermentado; prefería una cerveza, pero después de las 5:30 no hay venta de alcohol.
Con pena de no saber cómo pedir algunos platillos, ordeno un mücver , un pastel de jitomate y una şakşuka . El primer plato, que se pronuncia “muchver”, es un trío de tortitas de calabaza rallada mezclada con ajo, nuez, cebollín, perejil y especias. El momento mágico ocurre al sumergirlas en el aderezo (de yogur) coronado con especias: el banquete apenas inicia y la mesa ya está tapizada de comida.
Carne molida, nuez, queso y una serie de ingredientes no revelados conforman el pastel de jitomate que enamora a la primera cucharada. La cremosidad del queso, combinada con el dulzor del jitomate, el sabor de la carne y la textura de la nuez armonizan como la luna y la estrella de su emblema nacional. Momento de la şakşuka : berenjena frita en aceite de oliva con jitomate y pimiento bañada en yogur y un toque de perejil. Simple y delicioso, especialmente con su pita casera.
De plato fuerte, pruebo el lahmacun , descrito en su carta como pizza turca. Es una especie de flatbread callejero untado con una mezcla de carne molida de cordero y especias con cebolla morada, cubos de jitomate y perejil. Pero sin pena ni gloria, paso al siguiente plato: el çöp şiş . De vista me recuerda a un shish kebab (brocheta). Un pan suave circular (lavash) sostiene una hilera de pedazos de carne, aquí puede aplicar el “taco” turco, nadie te verá mal. Procura comerlo pronto porque la grasa del cordero no sabe bien fría.
Todos los platos son pequeños, así que llegar al postre no representa problema. Elijo un baklava y un café que esperaba más fuerte, pero fue buena dupla para el dulce turco.
La parte negativa de mi experiencia fue el servicio pues, al pedir la cuenta, me informan que no aceptan tarjeta, a pesar de que en su puerta había un sticker que dice lo contrario. Aproximadamente 15 minutos después y un 4% extra en mi consumo, nos cobraron con un sistema de pago portátil. Situación que me hace dudar en volver. ¿Tú regresarías?
El Jardín de Anatolia
Dirección: Agustín González de Cossío 242, col. Del Valle.
Tel: 7367 3655
Horario: mar-jue 9:30-22 hrs. / vie: 9:30-23 hrs. sáb: 10:30-23 hrs.
Promedio: $350 pesos