El próximo 18 de junio el calendario gastronómico celebrará el día del falafel, y en Menú te contamos sobre el origen de este conocido platillo.
Si no conoces el falafel, se trata de una croqueta cuya base es el garbanzo y las habas. Su origen es tan antiguo que hay registro de sus primeras apariciones dentro de textos bíblicos, aunque es de suponerse que la receta no es la misma que en aquel entonces.
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Su nombre viene del árabe que se lee como “filfil”. Es originario del Medio Oriente, y en Egipto es posible encontrar una preparación similar llamada ta’miyya, por lo que hay opiniones dividas sobre su historia.
Se cree también que el falafel se repartió al mundo a través del puerto de Alejandría, en Egipto y que los soldados y migrantes llevaron consigo la receta al resto del Oriente Medio.
Por su parte, el garbanzo, ingrediente fundamental en la elaboración de este platillo que forma parte de la dieta de países como Pakistán, o la India y Palestina, donde el falafel es además, el platillo nacional, tiene su origen en Turquía.
El surgimiento del garbanzo fue consecuencia, como muchos otros productos, de los asentamientos humanos, pues al dejar de ser nómadas, el cultivo de legumbres fue parte de la vida y la dieta de poblaciones enteras.
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De acuerdo con arqueólogos que encontraron pruebas de esta domesticación, leguminosas como el garbanzo y el chícharo se fueron extendiendo a territorios cercanos. En la actualidad es posible encontrar garbanzos en casi cualquier parte del mundo, pues en su forma deshidratada logran tener un largo tiempo de vida.
La disponibilidad y origen del garbanzo hacen sentido cuando volteamos a ver lo que rodea al falafel en una mesa con cocina árabe, pues no puede faltar como acompañamiento el hummus, un puré hecho con garbanzos.
El falafel también se ha convertido en una preparación apreciada por las personas que siguen regímenes alimenticios libres de productos de origen animal, pues por su alto contenido de proteínas de origen vegetal son el sustituto perfecto.
En México puedes encontrar el falafel en distintos restaurantes de cocina árabe, libanés o de cocina del Medio Oriente. O si bien, quieres prepararlos en casa, en Menú te compartimos la receta para que los cocines cuando quieras.
Pon los garbanzos en un recipiente hondo grande y cúbrelos con agua a 7-10 centímetros; su tamaño se triplicará. Remoja durante 24 horas, agregando agua si es necesario para mantenerlos sumergidos. También puedes utilizar garbanzos precocidos en lata.
Drena bien los garbanzos, guardando el agua con la que se remojaron, y transfiérelos a un procesador de alimentos o licuadora.
Agrega los demás ingredientes excepto el aceite. Licúa hasta que estén picados pero no totalmente hechos puré, moviendo la mezcla para que quede uniforme.
Agrega un poco del agua con la que se remojaron en caso de que sea necesario. Sigue licuando hasta que todo esté bien mezclado. Prueba la mezcla y agrega sal, pimienta, pimienta de cayena o jugo de limón al gusto.
Pon el aceite en un sartén profundo. Calienta el aceite a 175 C. Toma cucharadas de mezcla y fórmalas como bolitas o tortitas. Fríelos en tandas, sin saturar el sartén, hasta que se doren, volteándolas si es necesario. El tiempo de cocción total será de menos de 5 minutos.
Sírvelos calientes o a temperatura ambiente con pan pita, salsa tahini, lechuga y jitomates.
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