A poco menos de dos horas del aeropuerto de Tijuana, pasando por la carretera Escénica que conecta con Ensenada, está El Cielo, una de las vinícolas mexicanas más importantes, no solamente porque sus etiquetas han sido condecoradas con decenas de medallas mundialmente, sino porque son un referente en la hospitalidad de lujo en el corazón de un viñedo mexicano. No por nada, se dice que estar ahí es como estar en el paraíso.
Al llegar, unas puertas blancas con destellos dorados, cortesía del cielo despejado del norte del país, se abren como si fueran las míticas puertas al paraíso y, al entrar, las plantaciones de vides son el principal atractivo que fusiona las sierras y el terreno desértico de Valle de Guadalupe, con el verde de sus hojas y uvas.
Este paraje enoturístico es parte de la Ruta del Vino de Baja California, el cual recorre alrededor de 64 bodegas distintas. El Cielo tiene aproximadamente 95 hectáreas, en las cuales se cultivan 22 varietales de uvas, entre las zonas de Valle de Guadalupe, San Jacinto y Ojos Negros, entre las que destacan: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Tempranillo, Sangiovese, Malbec, Merlot, Syrah, Zinfandel, Primitivo, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Grenache, Pinot Noir, Syrah y Nebbiolo, que crece muy bien en la región.
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El Cielo nació en 2013. Gustavo Ortega, director general y socio fundador, tuvo la idea de fusionar su experiencia en hotelería con la inspiración de los viñedos franceses. Por consejo de un amigo, quien le dijo que si quería hacer buen vino se fuera a Valle de Guadalupe, logró abrir su propia vinícola, de la mano de Dolores López Lira y José Luis Martínez, socios fundadores. A este equipo se uniría Jesús Rivera, el enólogo y la mente maestra detrás de las etiquetas del viñedo, junto con su hijo Jesús Rivera Rodríguez, y más tarde, Georgina Estrada, sommelier, directora general adjunta y la primera presidenta de la Asociación de Sommeliers Mexicanos (ASM).
Uno de los aspectos a destacar en el viñedo se diseñó para ser lo más sustentable posible. Hoy, lo ha logrado en, al menos, un 75%. Ensenada es conocida por su reciente escasez de agua, por lo que, aseguran, se recicla el agua que se usa en el resort para regar las plantas ornamentales que nutren el viñedo, como los olivos, suculentas y jardines. Utiliza métodos biológicos del control de plagas animales, evitando los plaguicidas, y al tener un huerto propio, los ingredientes para los restaurantes como Polaris y Latitud 32 son de acuerdo con las temporalidades. Además, fue el primer viñedo en usar paneles solares.
En palabras de Gustavo “aprendimos de la buena enología de los países productores de vino del viejo mundo, pero con las características del terroir de Baja California, que nos permite tener vinos espumosos, blancos tintos y rosados de la más alta calidad”. Es que no solamente cumplen con las características organolépticas dignas de un premio, sino que, cada etiqueta, tiene consigo una historia del firmamento.
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Gustavo se volvió fanático de ver el cielo y las estrellas en la universidad, una actividad que lo marcó tanto que de ahí viene el nombre del viñedo y sus etiquetas: astros, astrónomos, constelaciones y estrellas.
Este concepto resultó en una manera de distinguir las líneas de vino: de corte moderno son las constelaciones (como Capricornius, Orión o Centaurus); la más clásica es de astrónomos (como Hypatia, Galileo o Kepler); la de estrellas responde a la línea premium (como Zeus, Sirio o Polaris); mientras que los astros son la más económica (como Halley, Eclipse o Selene). Lo cual, además de ser toda una odisea en el registro de autor, se volvió la esencia de la vinícola, pues incluso, una de sus profesoras de astronomía imparte algunos talleres dentro de El Cielo.
Además, tienen la línea G&G by Gina Sommelier, la cual se desarrolló entre ella y Gustavo, como una manera de unir tanto sus talentos, como sus profesiones y el cariño que sienten uno por el otro.
En 2017, en el primer México Selection del Concours Mondial de Bruxelles (CMB), fue la vinícola más premiada, así como en las versiones de 2023 y 2024. En 2019, recibió el galardón Revelación Mundial por su vino tinto Caipirinha 2016, mientras que en 2023, recibieron la Revelación Mundial por el vino blanco Zenzontle 2019, que se hizo en la bodega. Es así como Jesús Rivera es el único enólogo en la historia del CMB en tener dos preseas de este tipo en dos categorías distintas.
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Además del vino, en El Cielo hay una gran cantidad de cosas que hacer si es que te quedas en alguna de sus 95 suits o 35 villas: ir por un masaje al spa, crear tu propio vino en la cava del viñedo (rodeado de los barriles y las máquinas donde descansan los vinos que saldrán a la venta), hacer una cata-recorrido por los plantíos de vides y olivos, andar en bicicleta, nadar en la alberca o aprender más sobre los animales que cuidan el lugar como Cassiopea, el aguililla de Harris; Selene, la gatita; o Coyote, el perrito del viñedo, miembros fundamentales del corazón del lugar.
Si lo que quieres es una experiencia gastronómica, Polaris y Latitud 32 son la estrella del viñedo. El primero es un restaurante ideal para almorzar acompañado de un espumoso, en donde los huevos benedictinos G&G sobre un crab cake y papas campesinas son imperdibles, acompañados de un pan dulce y yogurt con miel.
Por otro lado, el restaurante con mención de la Guía Michelin, Latitud 32, es una fusión de punta a punta de México, es decir, una cocina estilo Baja-Yucatán que combina lo mejor de ambos estados. De la mano de los chefs de Micaela Mar & Leña, Vidal Elías Murillo y Rebeca de Anda, y del chef local Francisco Fernández, crearon un menú que festeja la diversidad y la unión de la gastronomía mexicana con platillos como un tiradito de atún con pipián rojo, un queso de bola relleno con mariscos o un arroz cremoso con borrego y longaniza de Valladolid, con un maridaje curado por la propia Gina Estrada.
El Cielo es uno de los lugares imprescindibles para conocer y disfrutar de la vinicultura mexicana, acompañada siempre de una gastronomía importante y personajes que redefinen, día con día, el camino del vino mexicano.
Dirección: Carretera El Tigre-El Porvenir Km 7.5, Parcela 117, El Porvenir, Valle De Guadalupe, Baja California.