Bien lo decía el filósofo Kant , “La amistad es como el café, una vez frío nunca vuelve a su sabor original, aún si es recalentado”, y no se equivocó. El café más que una bebida, es un ritual imprescindible para muchos en sus mañanas para funcionar.
Sin importar cómo lo tomemos, beber una taza de café es un ritual; es el perfecto pretexto para alargar una buena conversación y también el perfecto compañero para empezar el día o escribir en una tarde lluviosa.
El café, después del agua, es la bebida que más se consume en el mundo. Su origen está rodeado de mitos y leyendas, que con el tiempo lo han llevado a ser nuestro ritual y darnos el placer de degustar de este brebaje mágico y su aroma en todo momento, a lo largo de nuestras vidas.
Aunque la primera cafetería que existió surgió en París en 1672, fueron los españoles quienes practicaron la costumbre de incorporar en cualquier actividad el café, logrando masificar esta costumbre con el tiempo.
Hoy, el momento de tomar café se ha convertido en un ritual. Éste es el compañero de trabajo de muchos, el despertador de otros y hasta el maridaje de todo sibarita; quién no ha disfrutado de un fuerte y aromático café con su música o postre favorito o hasta añorado en cada sorbo a personas que ya no están presentes.
Incluso, hay a quienes una taza de Nescafé nos recuerda nuestra etapa en la universidad, nuestro primer empleo, e incluso un momento lleno de alegría.
Foto: cortesía Nescafé
No importa si te gusta beberlo caliente, o en un vaso con hielos, Nescafé siempre te acompañará para vivir una experiencia única. Conviene hacer un alto en la rutina y prestar atención en ese aroma y sabor únicos que estimulan la mente y se va instalando en nuestros rituales.