El comal ha sido por generaciones un utensilio presente en las cocinas de México , es un indispensable para calentar tortillas , tatemar los chiles para las salsas y darle cocción a los tlacoyos y tetelas. En estos círculos de barro se encierra una ritualidad, al ser aquello que nos conectan con nuestros antepasados y las tradiciones.
Pero, ¿qué sucede cuando se rompe esta pieza de barro rojo? Para darle una continuidad a su vida útil, el diseñador Rodrigo Noriega reconstruyó algunos comales de barro rojo con ayuda de la técnica japonesa kintsugi , la cual consiste en unir pedazos de cerámica con oro y así darle una segunda oportunidad al objeto.
“Fui a Japón en el 2019 para empaparme de su cultura, en Tokio tomé un curso para aprender la técnica kintsugi , algo que me llamó mucho la atención porque en la fábrica de Ánfora , en donde trabajo, siempre hay piezas rotas de cerámica. Con este viaje entendí que todo se puede arreglar con oro, y que al enmendarlo, tiene más valor”, explica.
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Esta experiencia y filosofía oriental desde entonces la trata de aplicar en su vida y en su día a día como creador, de lo cual nos comparte que durante la cuarentena le llegó la misión de reparar unos comales provenientes de San Mateo Mixtepec, Oaxaca . “ Claudia Reyes Heroles , de Tradición del Comal , me pidió ayuda para repararlos. Me gustó la idea de darle al comal otro significado y valor. Fue entender los materiales y unir dos culturas en algo increíble”, detalla el director creativo de Anfora Studio .
“El barro rojo es complicado de trabajar, hay que entender sus grados de humedad, la fragilidad del material y el grosor de cada pieza. Los comales llegaron a mi estudio rotos, el primer reto fue armar el rompecabezas y después buscar la mejor manera de resanarlos. En cada pieza me llevé de tres semanas a un mes de trabajo”, comenta Rodrigo.
Estos comales con una nueva vida, estarán en subasta este 30 de septiembre en Casa Awolly . El dinero recolectado será para apoyar a las familias artesanas que se dedican a dicho labor que no han tenido muchas ventas durante la pandemia.
“El kintsugi me enseñó que más allá de una reparación física tiene un valor emocional”
-Rodrigo Noriega, diseñador
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