El vino tiene la gran virtud de poderse armonizar con platos sofisticados hasta elementos que introduces en la piñata de las posadas, sólo hay que saber de qué forma crear esa magia necesaria entre los sabores.
Sophie Avernin, directora de Grandes Viñedos, siempre elige los alimentos menos pensados para buscar un vino que le haga pareja y lograr un gran maridaje a partir de ingredientes comunes de la época navideña .
Hasta cierto punto, los maridajes con una piñata tienen que ver más con la edad. En las piñatas de hoy en día, los niños no aceptan fruta, ellos prefieren dulces, dice Avernin.
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Para esos sabores, que generalmente llegan en diciembre , llega la excusa para encontrarles su par de bebida. No por ser sencillos o mayoritariamente frutas deben dejarse fuera de la armonización. De hecho, por la variedad de elementos que dan al gusto hay vinos apropiados que por lo general no se pensarían unir.
Dale la vuelta a lo de siempre e impulsa más a tus invitados y familiares que se encasillan en los destilados, el ponche o las clásicas cubas en las posadas y anímalos a romper esquemas pero con todo el conocimiento de la experta en vinos Sophie Avernin.
Para el tejocote: su sabor seco se lleva bien con un Oporto blanco seco, que no lo llega a opacar y lo intensifica.
Si lo tuyo es darle caña: hay que abrir un rosado, pero de tipo Provence (Francia) con esa alegría que va con la parte dulce del fruto, que incluso lo puedes agregar partido en la copa.
El clásico tamarindo: aunque para muchos sea inmaridable, va bien con los vinos de tanicidad intensa como un californiano que ayuda a la acidez de este clásico mexicano.
Si te van a partir la mandarina: antes que te den los gajos debes tener a la mano un español sin barrica como uno de Jumilla en el que la Monastrell demuestra esa buena acidez.
Para los crocantes buñuelos: asegúrate que la melaza esté endulzada con piloncillo. Estos sabores dulces y la masa sugieren un Tempranillo Crianza donde la madera no disminuya al plato.
Los orejones: al natural o enchilados van de maravilla con un gran blanco como lo es el Chablis.
Aprovecha que llega el camotero: con su carrito silbador. Aquí el humo y el toque dulce de la leche condensada se llevan con fortificados como fino, manzanillo u oporto blanco.
Un clásico de las tías: la pierna enchilada es infaltable en varias casas. Por ello el Chianti Classico y su acidez van de maravilla.
Para el pavo: si el relleno es de carne molida con pasas y frutos secos un blanco del sur de Borgoña (Maconnais) o un blanco español del Valle Central chileno. Si el pavo trae algo más europeo, como castañas de relleno, se busca un vino de guarda, que “tenga cierto kilometraje”, porque surgen aromas de hongos y tierra.
Los merengues: o pasteles con base en este betún entran en un maridaje disruptivo con Champagne por la acción efervescente que se balancea bien con postres con clara de huevo y azúcar.
Para el fruitcake: se aconseja un Malbec argentino y así poder aguantar la carga de sabores. O, bien, un español de Toro, cuya potencia es bien recibida en boca.
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