Comer en el mejor restaurante de México según la afamada lista The World's Best 50 Restaurants es toda una experiencia para los sentidos. La calidad y atención al detalle van más allá de los platillos, un común denominador en los diferentes proyectos del grupo al que también pertenecen conceptos como Ticuchi, Atla y Eno, entre otros.
Conseguir una reservación en Pujol no es cosa fácil, pues muchos de los turistas locales y extranjeros que llegan a la Ciudad de México buscan probar la cocina de uno de los mayores exponentes de la gastronomía mexicana, llenando la agenda del lugar con meses de antelación pero, te aseguramos que con un poco de suerte, podrás encontrar un espacio para vivir esta experiencia.
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¿Qué comer en Pujol?
Antes de comenzar hay que decidir entre el omakase, una experiencia gustativa donde el comensal se deja guiar por las recomendaciones del chef, con platillos que cambian todos los días; y el menú degustación, conformado por múltiples tiempos en los que pueden probarse platillos icónicos del restaurante.
Jesús Durón es quien está a la cabeza de Pujol. En la cocina, el joven chef crea platillos que deslumbran paladares, bajo un concepto de fine dining que se basa en temporalidad y disponibilidad de ingredientes.
“El menú cambia muy seguido de acuerdo a las estaciones, tenemos que adaptarnos para respetar el papel tan importante que juega la naturaleza”, mencionó Jesús durante nuestra visita.
El omakase
Si eliges el omakase, podrás sentarte en la barra, donde una a una llegarán las preparaciones elegidas de acuerdo a los ingredientes disponibles. El maíz es parte indispensable, pues el estilo del menú se basa en una serie de tacos y botanas.
Cada vez que te sientes en la barra de Pujol encontrarás algo nuevo, aunque algunos favoritos se repiten a lo largo del año. El taco de atún y hoja shiso es un bocado que te dejará queriendo una orden completa, mientras que el taco de langosta, col de bruselas y nuez de macadamia está diseñado para sorprender con su inesperada armonía.
Otro de los puntos fuertes de este restaurante es el servicio. La calidez, disposición y eficiencia del personal hace que todo parezca un baile casi coreografiado.
El omakase puede convertirse en una comida de un par de horas, en los que verás desfilar platillos que cuentan historias de su origen. Pescados y mariscos de mares mexicanos, ingredientes cultivados por pequeños productores, métodos de elaboración complejos y detalles de sabor y presentación te harán descubrir la pasión del equipo de cocina en cada bocado.
El chef Durón nos cuenta “Solemos terminar la comida con un caldo, este es de salsa martajada, chicharrón de piel de pollo y láminas de abulón salvaje, ideal para terminar de manera ligera y reconfortante.”
Sin duda, el omakase es una experiencia pensada para satisfacer todos los sentidos a través de una comida planeada pero siempre abierta a las posibilidades de la creatividad y los ingredientes.
La barra está limitada a 12 personas por turno, por lo que te recomendamos reservar con anticipación. Las bebidas son a la carta, así que puedes elegir tu maridaje o dejarte guiar por las recomendaciones del personal.
Dirección: Tennyson 133, Polanco, Polanco IV Secc, Miguel Hidalgo, CDMX.
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