Le prometí etiquetas decembrinas, ¡y etiquetas decembrinas tendrá! Sí, querido lector, llevo semanas guardándome un par de recomendaciones para cerrar el 2019 con broche de oro, descorchando blancos, rosados, tintos, fortificados, espumosos, vinos de postre y uno que otro alipús .
Si bien diciembre abre espacios para todo tipo de etiquetas, son los blancos y rosados tranquilos los que destacan por su capacidad para hacer frente a los sabores de la época. Ambas tipologías vínicas ayudan a limpiar el paladar y dar ligereza a especias y grasas, esas que dominan los menús de temporada.
Empezaré citando uno de los blancos mexicanos que más emoción me provocan, el Monte Xanic Sauvignon Blanc Viña Kristel . Hace apenas unos días devoré todo un menú decembrino en una mesa del Balcón del Zócalo junto a este Sauvignon Blanc; quesos de hongo, escamoles, sopa de habas con jamón, pan de yema, y hasta una tortita de chamorro en recado negro, entre otras creaciones del chef Pepe Salinas , funcionaron perfectamente con el vino. Del lado de los blancos con barrica debo mencionar el Martín Códax Albariño Lías, un 100% Albariño de la D.O. Rías Baixas capaz de equilibrar la textura y exaltar la complejidad del bacalao a la vizcaína.
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Vayamos a los rosados. Para hacer frente a embutidos, quesos de mediana intensidad y pan con aceitunas, elementos de picoteo antes de cualquier convite, nada como un buen rosado de Alsace, como el Pinot Noir Rosé de Domaine Ansen; la frutalidad y mineralidad de este ejemplar, aunados a su viveza y amplitud gustativa, son perfectos para abrir boca. Ahora que, si de burbujas se trata, la respuesta es Champagne. Infaltables son: Rosé Réserve de Palmer & Co, Taittinger Brut Prestige Rosé, G.H. Mumm Rosé, Louis Roederer Rosé Vintage, Ruinart Rosé Brut.
Para los tintos, apuntaré a un único hilo conductor… ¡Pavo rostizado! Si el relleno incluye nueces y tocino ahumado, la opción son caldos potentes, con buena estructura y taninos firmes: Ribera del Duero, Barolo, Rioja . Si la salsa tiene base de frutos rojos, la respuesta es tintos ligeros, con taninos amables y acidez moderada: pruebe con algún Dolcetto d'Alba.
“Carlos, ¿para postres y sobremesas?”. Definitivamente cosechas tardías, vinos de postre e incluso soleras y mistelas, como digestivos. Dulzor intenso y acidez vibrante: el común denominador en vinos dulces naturales. Son perfectos para acompañar turrones, frutos secos y quesos maduros, infaltables en la mesa decembrina.
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