De acuerdo con el Instituto Australiano de Seguridad Alimenticia, es importante verificar la temperatura del
pollo. Lo ideal es que se encuentre a menos de cinco grados Celsius.
En caso de que compres en algún negocio local, deberás poner atención al aspecto del
pollo. Si su color es rosa, está en
buen estado. Si tiene un tono grisáceo, aunque sea en alguna de sus partes, lo mejor será comprar otro
.
De igual forma, es importante que no aceptes el
pollo si la
carne está pegajosa o desprende algún olor inusual. Si percibes un aroma ácido, no lo compres.
La Universidad Estatal de Míchigan sugiere que, si estás en el supermercado, dejes el
pollo hasta el final de tus compras para mantener su
frescura por más tiempo. Asegúrate que el empaque no tenga fugas, de lo contrario, podría contaminar a otros
alimentos mediante el escurrimiento del
jugo. De ser posible, lleva una
bolsa hermética extra para mantenerlo apartado de otros
productos.
Si el viaje a casa es muy largo, coloca el
pollo en una hielera, especialmente en lugares con climas cálidos.