Este es el más conocido. Se caracteriza por ser redondo y tener una bolita al centro, que emula un cráneo , así como cuatro tiras que representan los huesos . Hay desde pequeños hasta tamaño familiar. Puede ser elaborado como un pan de anís tradicional; con ajonjolí en la parte superior; con azahar, ralladura de naranja , mantequilla y azúcar espolvoreada . Hay interpretaciones contemporáneas rellenas con crema, nata, mole, chocolate y más.
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En diferentes localidades del país existen panes con formas humanas, de animales o de flores y, en Santa Fe de la Laguna y la zona purépecha de este estado, es común hallar estas piezas comestibles en los altares y ofrendas en honor a los difuntos. Algunos se elaboran solo con harina de trigo, azúcar y sal, y a otros se les agrega una cobertura de azúcar con colorante rosa. Otros muy similares se consumen en Estado de México y los pueblos originarios de la CDMX .
Como en el caso anterior, su forma es la de una persona. Por lo general, su receta es muy sencilla y lleva hari a de trigo, azúcar y sal , y se adorna con masa coloreada de rojo, amarillo y verde pues son los pigmentos que están al alcance en las tienditas comunales y ejidos de la zona metropolitana y de los Altos . También se suele preparar la hojaldra , otro pan que tiene manteca de cerdo para lograr su textura más compacta y sabor goloso.
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Se vende en el tianguis de Miahuatlán de Porfirio Díaz , en la Sierra Sur de Oaxaca . Es grande y tiene una forma que asemeja a este animal, con un rostro hecho con masa, además de patitas y ornamentos hechos con azúcar rosa o al natural. Se hornea con leña, se barniza para que quede brillante y se hace con el método tradicional de este poblado panadero. Es dulce y suave y también se utiliza cuando se pide a la novia para un casamiento.
Estas roscas son muy vistosas y se tiñen de rosa intenso. Es común encontrarlas en los mercados, donde sus vendedores te pueden contar más sobre sus múltiples significados, a manera de leyenda, con alguno que otro elemento histórico. En Mixquic aún los colocan en algunas ofrendas y los sostienen con trozos de caña , pues dicen que se relacionan con los tzompantli y los cráneos de los guerreros vencidos en combate.
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Es de Villa de Zaachila , en los Valles Centrales . Es un pan resobado hecho con harina de trigo, anís, canela y manteca, de consistencia densa y compacta. Su decorado se relaciona con los bordados que usan las mujeres en esta población. Hay de diferentes tamaños. En la parte superior lleva una carita, conocida como alfeñique , mezcla de masa, pegamento y pintura (y pueden simbolizar una calavera , un rey, una reina y otros santos).
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Con sabor a piloncillo, se suelen colocar en altar de los niños difuntos en Miahuatlán , emulando a los panes de yema más grandes con rostros antropomorfos.
Tienen una textura crujiente y se disponen junto con otros dulces tradicionales como calaveritas, dulces rellenos de anís con caras de ángeles y gallinas de azúcar. Los venden días antes del 31 de octubre, junto con flores de muerto, frutas de temporada, chocolate, fuegos artificiales y más.
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