Los dulces tradicionales son una parte importante de la gastronomía e identidad mexicana. Con sus colores, formas y sabores decoran los puestos y locales en cualquier pueblo o ciudad.
Cuando se busca un souvenir tras una visita a cualquier punto de la república, los dulces típicos elaborados localmente suelen ser una de las mejores opciones.
Entre pepitorias, palanquetas, mazapanes, turrones, frutas cristalizadas y muchas otras preparaciones, se encuentra el dulce del que hablaremos hoy, el muégano .
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Los muéganos están conformados por pequeños cuadritos de masa inflados, que se bañan con una especie miel y se unen de forma irregular para crear esferas dulces y crujientes.
Para lograr un buen muégano es necesario tener una masa ligera, delgada pero resistente, la cual se corta y se fríe, inflándose gracias a las altas temperaturas y el vapor que se crea en el interior.
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La miel que baña cada hojuela que se convertirá en muégano se hace a partir de piloncillo, que se hierve con agua durante un largo tiempo hasta espesar, que tiene el color marrón y el sabor a canela y caramelo ideal para este postre típico.
Al igual que muchos otros dulces, la historia de los muéganos se ha rastreado hasta las cocinas árabes, donde el mestizaje cultural se dio también con judíos y moriscos.
Las recetas de los también llamados nuéganos , así como las de otros manjares como las torrejas, las charamuscas y los buñuelos, llegaron a España con el paso del tiempo.
Debido a la colonización, dichos dulces encontraron la forma de llegar a territorio mexicano, donde se adoptaron por los habitantes como parte de la conquista.
Hacia el siglo XIX, los muéganos y demás dulces solían elaborarse por las religiosas al interior de los conventos y por los confiteros. Posteriormente esta tarea se enseñó a algunos panaderos, pasteleros y a las cocineras que se encontraban al servicio de las clases altas.
Las esferas de masa y piloncillo tal y como las conocemos hoy en día, son producto de adaptaciones desde aquellas recetas que llegaron junto con los españoles. Su creación es incierta pero se divide entre dos regiones principales de México.
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Los poblanos aseguran que fue inventado por Flora Álvarez, una repostera originaria de Tehuacán, donde dió inicio a la marca El Águila Real, empresa familiar que sigue en funcionamiento, con la diferencia de que a esta versión se le agrega una oblea.
Por otro lado, en el Estado de Tlaxcala, se considera a Huamantla como la cuna del muégano , donde hasta la fecha es uno de los productos que mantiene en pie a cientos de comercios y dulcerías.
En 2020 debido a la importancia cultural y comercial se declaró a los Muéganos de Huamantla Patrimonio Cultural y Gastronómico de Tlaxcala.
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