Como todos los días, saco a pasear a mi mascota. Porto un suéter ligero, pero el clima y la caminata se traducen en una ligera transpiración. Extrañamente salí con cartera. Es viernes por la tarde y paso frente a un restaurante cuasi vacío. Mariscos y cerveza, un tentador dueto para combatir las inclemencias de la temperatura.
Ordeno una cerveza y un ceviche de sierra. Inicia el desfile de comensales. No me siento cómoda a pesar de tener una distancia apropiada entre las mesas. La falta de compañía me invita a observar detenidamente el comportamiento de quienes charlan, comen y beben de manera “habitual”. Me cuesta recordar a aquella persona que disfrutaba salir a descubrir lugares cada semana.
La Autómata
Desde hace semanas guardé una foto en Instagram. “Solo con reservación”, advierte su perfil. Tras un mensaje directo, consigo mesa. La intensa pintura roja semi fresca de sus mesas revela su reciente apertura, y su discreta locación, regala pocos comensales. Me escolta un vino blanco, ensalada de papaya y un pollito pochado con arroz.
El pollo es un apapacho y las salsas, una de menta y jengibre y otra picante, logran esbozar una sonrisa en mi rostro. La conversación de la mesa contigua se cuela, pero me concentro en la atinada selección musical. De pronto me siento como un personaje salido de un cuadro de Edward Hopper. La batería del teléfono disminuye y la temperatura hace lo contrario. No llego al postre. Pido la cuenta, digito mi NIP, agradezco a la distancia sin obtener respuesta y camino hacia la puerta principal.
La insoportable levedad pandémica
“Favor de no estacionarse sobre la avenida”, reza un letrero en la banqueta, pero el antojo puede más que cualquier legislación. Al menos hay tres coches estacionados frente al local. Mientras un cuchillo barnizado en grasa se desliza de arriba para abajo sobre un trozo de madera, un trío de cucharas llenan bolsas con diferentes salsas y un rectángulo de papel plastificado envuelve tortillas rellenas de cerdo confitado. La velocidad del servicio responde a la cantidad de individuos formados. Somos doce y el número sigue creciendo.
Adaptarse o morir se traduce en tacos para llevar. Camino hacia mi automóvil ilusionada de comer uno de mis tacos de carnitas favoritos de la ciudad. En mi casa, “su casa”, se rompe el encanto. La grasa debilitó la tortilla, pero la copia intenta salvar el día. Por otra parte, la carne perdió temperatura y el hambre me priva de usar el horno de microondas. Unas gotas de limón, salsa verde y a morder. Felicidad… a medias. Extraño el sabor de un taco recién hecho acomodado en mi plato por la mano de mi taquero de confianza *suspira*.
Makan
Dirección: Querétaro 11, Colonia Roma
Horario: mié-dom 9-20 hrs. Solo reserva
Promedio: 350 pesos
IG @makanmx_
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Diana Féito es periodista gastronómica. Siempre la encontrarás comiendo algo rico y compartiéndolo en redes.