"Hace muchos años, mi padre llevaba un vino que nadie conocía en la comunidad y que todos sus amigos miraban con cierta extrañeza. Hoy la mayoría de la gente reconoce y elogia ese vino del Véneto y de Friuli Venezia Giulia: el Prosseco, y en gran medida ese reconocimiento más allá de las froteras italianas va de la mano con su inclusión en una Denominación de Origen Protegida ( DOP ). Esta designación, como las de Indicación Geográfica Protegida ( IGP) , son elementos que protegen y proyectar los productos de calidad en los mercados internacionales, adivierte Giulio Menato, jefe adjunto de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea , en el marco del reciente Semimario de la Unión Europea ( UE ) sobre las nomativas de los productos agroalimentarios.
Menato destaca que con base en la legislación, la DOP identifica con relación al nombre, a un producto originario de un lugar, región o país (excepción) específico; con respecto a la zona geográfica, que la calidad o características esencial o exclusivamente sea debidas a un factor natural o humano. Sobre las etapas de producción, certifica que todas se realicen en la misma zona gerográgica; y que en el caso de las materias primas procedan de esa misma zona, como la variedad de Vitis Vinisfera para el vino.
En esos mismos segmentos, las IGP identifican a un producto originario en un lugar, región o país específico; en cuanto a la zona geográfica, reconoce la calidad, reputación u otra característica esencialmente atribuible. Sobre las etapas de producción, establece que al menos una de ellas debe hacerse en la zona geográfica referida; además de que las materias primas utilizadas provengan en su mayoría de esta zona.
Al destacar la relevancia de las IG como herramienta de marketing, Menato advierte que estas designaciones son para los europeos tan importantes "como las mamás mismas". Tienen un especial cuidado en su manejo; pero de la misma forma la UE está en la sintonía para que otros países fuera de ese circuito se integren a esta dinámica de certificación, con beneficios recíprocos en los ámbitos económico y cultural.
"Antes lo importante era que tu vecino conociera tu producto, que lo pudieras vender en la ciudad de a lado; ahora lo que quieres es que llegue a otras partes del mundo. Contar con una certificación de IGP le da un valor adicional a tus productos que puede proyectarlos en el plan internacional. La UE se acerca a México con el interés de abrir nuevos mercados de exportación y estamos abiertos a la importación. Existe una gran complementariedad entre ambos mercados y podemos desarrollarlo aún más. Somos mercados exigentes y vemos gran potencialidad.
"Está claro que no vamos a dar a conocer todo el mundo; pero sí a los productores que aportan opciones con base en los lineamientos que hemos establecido. Es un mecanismo que permite que las tradiciones no se pierdan, que garantiza de algún modo las fuentes de trabajo en una región, y que además ofrece diversidad y calidad a los consumidores. Exportación es también sinónimo de éxito, y en ese sentido tenemos varias historias conocidas, como es el caso de la IGP Café de Colombia; o de la IGP Darjeeling, de la India, cuyo precio se duplica ante los sustitutos. También es el caso de la Pimienta de Kampot, cuya producción resurgió en 2004.
Destaca que conforme a esta legislación, productos que se llamen "Parmigiano Reggiano", tendrán que cumplir todos los requimientos que como tal establece la IGP y que permite que reciba ese nombre. Lo mismo sucede con el caso del Tequila, que cuenta desde marzo de 2019 con protección directa de la UE.
"Estamos orgullosos de este sistema, y de apoyar a los países que se suman a esta labor de protección a la propiedad intelectual. Naciones como los antiguos miembros del bloque socialista han tenido un crecimiento comercial en ese sentido; es el caso de países como Eslovenia, que actualmente cuenta con 48 IGP entre vinos y alimentos", destaca Giulio Menato.
Por su parte Alejandro Redón , director del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), destaca que México participa activamente en diversos convenios bilaterales, además de ser parte de acuerdos internacionales en materia de comercio y propiedad intelectual e industrial; sin embargo el proceso para la definición de DOP e IGP ha sido lento, aunque sostenido, siendo relevante la obtención reciente la de DO Raicilla.
"El propósito es contar con productos que a través de este respaldo sean competitivos a nivel mundial. Hay diversos factores que establecen las bases para la definición de una DO , como es el caso del Consejo Regulador, de la Declaratoria o la Norma Oficial Mexicana; también desde luego hay que contar con afiliados.
"Muchas veces se piensa que tener la Declaratoria es suficiente, que es ya la garantía del éxito; sin embargo hay que trabajar mucho para darle a los productos protegidos la dimensión requerida. Hay que pensar y trabajar en el embalaje, en utilizar marcas llamativas, en empujar muy fuerte los productos desde el ángulo comercial. Hay que posicionar, dar a conocer y apoyar de manera sostenida los productos mexicanos. Para los europeos, el tema de las DO es como para nosotros el de la Virgen de Guadalupe. Pero está muy claro que se trata de un plan de cooperación e interacción, de beneficio mutuo en el que pueden convivir las dos realidades, como es el caso del queso manchego, en torno al cual pudimos llegar a un entendimiento sobre el tipo que se maneja en nuestro país", precisa Alejandro Redón.