En México, la cultura que rodea al vino tiene matices que, a veces, resultan muy formales.
No todos los vinos maridan con cualquier alimento, pero en ello reside lo maravilloso de la gran variedad de ofertas que existen en el mercado.
Desde hace miles de años, esta bebida fermentada ha formado parte de la dieta de los pueblos, sin embargo, en nuestro país, el consumo de vino se asocia únicamente a eventos especiales, celebraciones o protocolos de mucha seriedad.
Foto: IG @amavicellars
Poco a poco, el estigma ha disminuido, ahora existe más oportunidad de destapar un vino por el placer de disfrutarlo, solo o acompañado, con o sin alimentos y a cualquier hora o día de la semana.
Para demostrar este punto, Concha y Toro organizó una ruta por seis taquerías emblemáticas de la Ciudad de México, selección curada por el músico y artista gráfico, Javier Ramírez Gómez, mejor conocido como “El Chá”.
Cada taco fue armonizado por la Sommelier Sandra Gutiérrez con un vino de la línea Reservado, según las características y las propiedades a resaltar tanto en la comida como en la bebida.
La primera parada fue en la taquería Por Siempre Vegana, donde el sabor y la textura de sus guisos harían creer hasta a los más audaces que se trata de carne.
A sugerencia de los expertos, probamos el taco de chicharrón en salsa verde y el de suadero, ambos preparados con soya y trigo. El acompañante ideal resultó ser la variedad White Zinfandel, uno de los más queridos por los consumidores de vinos Reservado.
El siguiente taco fue uno de maciza y cuero de proporciones descomunales, en la legendaria Taquería Parque Luna, que desde hace más de 80 años, deleita a sus clientes con trozos de chicharrón para coronar el manjar de cerdo confitado.
El vino elegido fue un Merlot, con gusto fuerte y acidez perfecta para limpiar el paladar después de cada bocado del indulgente taco.
Para seguir con el recorrido, llegamos a Macuarro, un local de reciente apertura que ofrece tacos de canasta con rellenos poco convencionales pero sabores muy mexicanos. El maridaje favorito de esta parada, una copa de Reservado Cabernet Sauvignon con el taco de guajolote en mole negro, receta familiar de los propietarios.
Ya en la segunda mitad del tour, un vino de cepa Shiraz fue el encargado de resaltar los sabores de los tacos sonorenses de carne asada de El Moustrón y su deliciosa tortilla de harina al estilo del norte del país.
En la quinta estación, se reunieron dos grandes; un vino de uva Carmenere, favorito de muchos, y el taco insignia de El Pastorcito.
La elección de la Somm Sandra no pudo ser más acertada, una carne con marinado ligero y un vino con taninos sedosos lograron el equilibrio perfecto para querer comerse el trompo entero.
El último taco del día fue un campechano dentro de Los Originales Mary y Guille fundados en 1936. Lo mejor del lugar, la salsa roja con chicharrón que resaltó las notas a frutos maduros del Malbec.
Sin duda, combinar tacos y vino suena intimidante, pero con este ejercicio, Reservado demuestra que sí hay lugar en la gastronomía mexicana para disfrutar de una buena copa.