Su cultura está de moda, no solo en las cocinas sino en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Series de televisión como El Juego del Calamar, películas como Parásitos o las ya varias marcas de automóviles y tecnología son una muestra tangible de que, tal como lo predijo Statista a principios de la década de los 20, tenemos a Corea hasta en la sopa. Cuando este gigante decidió abrirse al mundo, el mundo entero se volvió un poquito más como ellos.
Pongamos un ejemplo sobre la mesa para comerlo con palillos: hasta hace unos años, pensar en comida asiática era remontarse a Japón, China y algunas especialidades del sureste. Pero, desde 2010 hay un nuevo foco en la cultura pop que ha trascendido las fronteras e impactado al mundo entero: Corea del Sur. Al ritmo del K-Pop, también emergieron un sinnúmero de restaurantes que evocan a este país en las ciudades más importantes del globo.
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La migración coreana a México no es sorpresa. Desde hace varias décadas merodean el vecindario de la Zona Rosa y la colonia Juárez con discretas tiendas y restaurantes que, al entrar, son un mundo diferente al de la agitada ciudad. La gran mayoría son negocios familiares en los que cada miembro tiene un rol específico.
Jenny Josun llegó en 2012 junto con su esposo y sus hijos, desde Seúl. El planeta entero enloquecía con el Gangnam Style, pero en realidad había pocas pistas de su cultura de origen en la Ciudad de México.
Sus recuerdos más entrañables la regresaban a la cocina de su abuela y a preparar las reuniones en familia en torno a un platillo hecho con pancita de cerdo y un adobo de chiles coreanos. Nunca faltaba el kimchi, que es una conserva de col, achicoria, zanahoria y pera asiática en una mezcla de salsa de pescado, chiles, sal y otras especias asiáticas.
La memoria y las ganas de recrear la sensación de cocinar en comunidad la inspiró para abrir Joseon, un restaurante en la calle de Praga en donde su hija y ella ponen lo más íntimo de sus tradiciones al alcance de locales, turistas y compatriotas suyos.
Un espacio para sentirse en casa y para también sentir lo que significa Corea para quienes lo llevan en el corazón.
“Cuando llegamos a México era difícil encontrar ingredientes pues no había tanta demanda sobre nuestra cocina. Eso ha cambiado y ahora entre la comunidad coreana podemos traer productos como los chiles y el cheonggukjang, una pasta de soya que adereza nuestros platillos”, comparte Jenny.
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Uno de los platillos que incluso The New York Times presagió como de lo más popular para 2024 es el tteokbokki, una especie de fideo muy ancho que se corta a cinco centímetros de largo y es aderezado con salsa agridulce. La textura es gomosa y el sabor neutro, así que permite que la sazón de la cocina se demuestre en el salseado. Generalmente se presentan como brochetas al inicio de las comidas.
No se puede tener una experiencia genuina sin el aclamado barbecue coreano, que consiste en cocinar la carne en una fuente de calor que emerge en el centro de las mesas, no sin antes probar varias de las entradas que ponen sal y pimienta a la experiencia: papanabo encurtido, ensalada de papa, acelgas estofadas con soya, col aliñada con aceite de ajonjolí y varias opciones que cambian cada día.
Para el postre: definitivamente algo con frijol dulce o tubérculos. En Joseon presentan al camote en formato crème brûlée y lo acompañan con té. Es un final dulce que habla de los ingredientes tradicionales y también de las raíces de la cocina de su país.
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Los sabores picantes, los ingredientes endémicos de la Península, las técnicas de conservación y el uso de tijeras para cortar la carne son tan solo una pista de por qué nos ha gustado tanto esta variante de la culinaria asiática; sin embargo, hay algo que hermana a los mexicanos con Corea: que la inspiración de los platillos siempre nos remonta a la familia.
De acuerdo con Jenny, no es posible imaginar una reunión sin que todos colaboren en algo y generalmente las inspiraciones vienen de las recetas ancestrales de las abuelas.
Otro ejemplo que valida su teoría es la historia de Mama Park, quien hoy es la mente maestra del restaurante Dooriban, en la colonia Roma.
A pesar de que llegó a México hace más de treinta años, fue en 2020 que ella, sus hijas y varias amigas de ellas decidieron preparar kimchi y venderlo como un apapacho al corazón durante la pandemia.
Durante toda la semana se dedicaban a preparar la receta familiar y los sábados Seo Ju, hija de Mama Park, se instalaba en las puertas del restaurante Lalo! para enseñarle a quienes recogían sus pedidos para llevar, que este sazonador se puede acompañar con toda suerte de preparaciones.
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En Dooriban encontrarás comida tradicional coreana, sí, pero también tragos y platillos innovadores. No hay que perderse el pollo frito, el cual es uno de los más pedidos y antojables del menú. También recomendamos pedir alguna sopa, de esas reconfortantes, picositas y sabrosas ya que, igual que en México, Corea habla del amor mediante su comida.
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