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Era 1928 cuando Don Ángelo Cetto, entre otros vinicultores, abrió el camino para que la industria del vino creciera en el país con la apertura de su propio viñedo en Valle de Guadalupe, Baja California. Sin embarho, fue hasta 1986 que los frutos de tres generaciones pudieron embotellarse con una de sus varietales icónicas: el Nebbiolo.
La primer cosecha de esta varietal salió a la venta ese mismo año, no sin antes pasar por una serie de pruebas y estudios para lograr que el clon de esta varietal se adaptara a las condiciones del terruño bajacaliforniano. Tardaron aproximadamente 15 años en lograrlo de la mejor manera posible.
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Este primer vino alcanzó una producción de 48 mil botellas a través de una reserva limitada, la cual, conforme el paso del tiempo, lograron abastecer al mercado y a la crítica que pedía más y más. Incluso en 1995 fue reconocido como un vino de excelencia en Paris, Francia con la etiqueta de 1986.
Es así como esta varietal comenzó a cosechar premios alrededor del mundo. Es por eso que L.A. Cetto está de fiesta por los 38 años que lleva produciendo su icónico Nebbiolo, una etiqueta que no ha parado de crecer y evolucionar a lo largo del tiempo.
Para demostrarlo prepararon una cata vertical, es decir, probar las distintas añadas de la misma etiqueta. Fueron siete copas que recorrían treinta ocho años de historia de L.A. Cetto a través de su Nebbiolo. Así fue como envejeció:
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Repaso por las añadas
2019: Destacó por su juventud, especialmente en su color brillante e intenso, con destellos púrpuras. En nariz hay fruta roja, mora azul, frambuesa, notas a romero, con una expresión muy abierta. En boca se nota la evolución gracias su paso por barrica y botella con notas a fruta madura, ciruela, cereza roja, con ligera nota a tabaco y cacao, de fresca acidez y con potencial de guarda. Ideal para un short rib en término medio.
2012: En vista hay un pequeño cambio frente al anterior. Destellos marrón, con un ribete ligeramente atejado. En nariz los aromas evolucionan a ciruela, tabaco, así como hierba fresca. En boca se notan las propiedades de acidez características de la uva, también permanece la nota a frescor con notas a fruta negra. Armoniza con antojitos mexicanos.
2007: De color más atejado y menos púrpura, este vino en nariz hay aromas sutiles a caramelo, ligeramente a caoba y fruta madura sin protagonizar, como ciruela pasa o durazno en compota. Al llevarlo a la boca, es equilibrado, la frescura permanece, con más estructura, de sensación terrosa, con ligeras notas a balsámico y alcanfor. Marídalo con carne de ternera.
2006: El color que tiene esta añada aún conserva una capa con buena intensidad, de color granate con destellos rubí, pero con la presencia predominante del tono teja y ligera opacidad. En nariz hay menta, eucalipto, ciruela negra, grosella negra, moras maduras e higo seco. También ligeras notas a roble, vainilla, anís, clavo o cuero. En boca es expresivo, equilibrado, con acidez fresca, con tanino firme y alcohol marcado. En retrogusto surgen notas almendradas y flores secas. Disfrútalo solo, está en buen punto.
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2004: En este punto, la capa de color es completamente distinta a la de 2019, aun así, permanece ligeramente el color púrpura, sigue brillante y con todavía potencial de guarda, pese a sus diez años. En nariz destaca la presencia de violetas marchitas, notas a chocolate, café, fruta negra compotada, cardamomo, menta, hinojo y pimienta negra. Al llevarlo a la boca, sigue siendo fresco, con un tanino más pulido. Esta añada resultó más concentrada gracias a una sequía en los noventa. Va perfecto con un rack de cordero.
1994: Un vino de treinta años, la vista es más granate, un poco café, casi ocre. En nariz hay notas a fruta cocida, bollería, nuez caramelizada, almendra, con una nota floral y a rosas marchitas. En boca se destaca la continuidad de la menta, con una acidez notoria, de taninos amables y pulidos, de larga permanencia en boca, y con una presencia alcohólica bien integrada. Acompáñalo con carne de venado o bébelo solo.
1986: En esta cosecha de treinta y ocho años, el tono atejado ya predomina en la vista, sin embargo, aún hay presencia de tonos violáceos al fondo, característica de un buen paso de los años. En nariz hay buqué, domina el alquitrán, notas resinosas y balsámicas, aromas a especias, madera y cuero. Esta copa tuvo alrededor de dos horas de aireación para demostrar sus características olfativas. En boca, es sutil, de acidez y taninos suavizados pero en buena armonía. Un vino que ha evolucionado de la mejor manera, que llegó a su pico de consumo. Cátalo solo, es una etiqueta única.
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Datos sobre el envejecimiento del vino
El vino es un “producto vivo” que cambia de color al envejecer. En tintos, pasa de tonos azulados, violáceos y rojos rubí hacia colores atejados y anaranjados. Sucede por la composición de las pieles de las uvas y sus antocianos, también al ph y la oxigenación.
El vino envejece debido a la oxigenación. Los tintos gran reserva como el Nebbiolo Reserva Privada pueden pasar, al menos 15 años en botella que, con los cuidados adecuados, se pueden convertir en 40.
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