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Para hacerle frente a los drásticos cambios de temperatura de la temporada, prevenir la gripe o, en todo caso, aminorar sus molestias, existen muchos remedios caseros que se han heredado de generación en generación, y que son un bálsamo para el cuerpo en esos días. Pero si persisten las molestias consulte un médico.
1. Miel con limón:
se mezcla el jugo de medio limón con una cucharada de este endulzante, ayuda a aliviar la resequedad de la garganta. Una de las virtudes del limón es que es un cítrico, por lo que contiene vitamina C, que favorece el funcionamiento del sistema inmunitario. La miel es un antibiótico natural que ayuda a prevenir posibles infecciones.
2. Consumir ajo:
entre las múltiples virtudes de este condimento, es fortalecer el sistema inmune y reducir el riesgo de desarrollar procesos víricos. La alicina, principal compuesto activo del ajo, que ayuda a mejorar la circulación sanguínea, a reducir la presión arterial y el colesterol, además de combatir hongos y bacterias, tiene un efecto antibacteriano y antiinflamatorio.
3. Jarabe de cebolla:
para combatir la tos. Nuestras abuelas también preparaban jarabe compuesto por una cebolla grande, tres cucharadas de miel, eucalipto y un chorrito de vino tinto. Estos ingredientes se dejan macerar por una noche y al otro día se muelen en la licuadora. El jarabe queda listo para tomarse.
4. Té de eucalipto:
ayuda a aflojar las flemas y a descongestionar el pecho. Para preparar el té, se pone a la estufa medio litro de agua y ya que está a punto del hervor, se le agregan cuatro hojas de eucalipto y un limón partido, se deja al fuego por cinco minutos y se retira. Se puede consumir caliente o tibio.
5. Gárgaras de infusión de salvia:
hacer gárgaras durante la temporada de frío, reduce hasta un 30% las probabilidades de resfriarse. Con ellas se expulsan los virus antes de que puedan entrar al organismo. Se recomienda hacerlas durante 10 minutos con dicho té o simplemente con agua.
6.
Para descongestionar la nariz:
coloca al fuego una olla con un litro de agua y agrégale hojas de eucalipto, retira del fuego cuando comience a soltar el aroma. Acércate al recipiente para respirar sus vapores, tápalo con una toalla y levántalo para que puedas aspirar el vapor.