Mauricio Millán C.

Innovación y desarrollo tecnológico, un atajo al desarrollo

19/03/2019 |12:46
Redacción El Universal
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Mauricio Millán C

Vicepresidente de Consultores Internacionales SC

Una premisa del desarrollo económico es que está estrechamente ligado al gasto en investigación y desarrollo (I+D); sin embargo, posterior a la crisis de 2009, en el mundo se observan dos grandes posiciones.

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Por un lado, países como Alemania, Dinamarca o Reino Unido que han aumentado significativamente sus inversiones públicas y privadas en I+D y otros como Estados Unidos que han disminuido su gasto en este rubro.

Las principales críticas son la falta de rendimientos tangibles o perceptibles por parte de las empresas y de la población cada vez más participativa y el costo de oportunidad que implica, considerando necesidades que son en principio más apremiantes.

No obstante, es innegable que la ciencia, es decir, todas aquellas actividades que tienen como objetivo la generación de conocimiento, significan un fuerte impacto en el desarrollo de tecnología, en la productividad y competitividad de las empresas y países. Es decir, no se trata de no invertir, sino de invertir de la mejor manera y con enfoque en los sectores estratégicos que generan riqueza al País.

Es claro, el conocimiento y la innovación son un atajo al desarrollo de los países, las empresas y el bienestar de la población. Esto implica la fuerte necesidad de garantizar políticas públicas eficientes, precisas, que permitan alcanzar objetivos y metas específicas, de manera transparente y con solidez.

La ciencia es en sí misma un motor de cambios, no sólo por todos aquellos que se desarrollan en aulas o laboratorios, sino que es un puente hacia el desarrollo de jóvenes de todos los estratos y niveles sociales, es un mecanismo de movilidad libre de ideas e intercambios entre regiones y países, forma parte de la cultura, del bienestar social, de la salud e incluso, es cada vez más frecuente su participación en la esfera política, en temas álgidos como el aborto, el cambio climático, el uso de energías renovables, entre otros.

En 2015, México fue el penúltimo país de la OCDE en inversión en I+D con 0.6% del PIB, únicamente por arriba de Chile, con 0.4%. Sin embargo, el objetivo no debe ser un porcentaje, sino resultados claros, orientados a mejorar la productividad del país, acordes a las nuevas tendencias y sectores estratégicos, tales como la industria 4.0, que contempla la sistematización y digitalización de los procesos, las aplicaciones industriales y comerciales del internet de las cosas, entre otros elementos de alta relevancia.

Si bien se han desarrollado grandes esfuerzos para vincular a los actores de la cadena de valor, no se ha logrado establecer una agenda coordinada, lo que ha motivado acciones dispersas, gastos infructuosos en proyectos que se quedan en el tintero o no encuentran aplicaciones en el sector productivo de manera inmediata.

Es altamente relevante aprovechar la experiencia de sectores como el industrial, el minero, el energético, el logístico, que han sido grandes promotores de la innovación. Es necesario identificar los elementos claves que motivan a los capitales privados a invertir en I+D y arroparlos con una política pública de acompañamiento, de visión de largo plazo. Este es el camino al desarrollo económico que esperamos para México.

México, requiere una agenda en materia de innovación, ciencia, tecnología y educación. Esto es, una política de Estado integral, holística, que les otorgue la relevancia necesaria a estos elementos e incluya a todos los actores e instituciones clave para lograr este propósito nacional.

Una política integral tiene por fuerza que incluir en la ecuación elementos detonantes, tales como formación de científicos, de talento, de capital humano, porque son justo ellos quienes desarrollarán las habilidades necesarias para generar conocimiento y bienestar. La inversión en educación superior, investigación científica e innovación tecnológica son sin duda mecanismos fructíferos para que las naciones construyan su futuro. Variables como la productividad y la riqueza se generan por el talento y la capacidad de los recursos humanos.

Esta agenda, debe culminar en una serie de acciones estratégicas que den forma a la política pública del conocimiento y la innovación, que sea el motor del desarrollo económico y social de nuestro país y promueva el crecimiento económico dinámico y el bienestar colectivo.

La coyuntura del inicio de la nueva administración, los trabajos que se están realizando para generar el Plan Nacional de Desarrollo y el resto de instrumentos de planeación hacen propicio a este momento para arrancar con la elaboración de esta agenda, es sin duda alguna el momento clave para actuar.

vcr