Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su probable gabinete han sostenido reuniones privadas con empresarios —algunos cercanos al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto—, fondos de inversión y bancos para transmitirles un mensaje: no habrá cambios radicales en la política económica si ganan la Presidencia ni se echarán abajo las reformas estructurales. Acaso, se pondrán en stand by nuevas licitaciones, por ejemplo, en el sector energético, pero las que ya se otorgaron no se tocarán.
El mensaje, según cuentan personas cercanas al candidato de la alianza Morena-PT-PES, tiene el objetivo de generar certidumbre y evitar una fuga de capitales hacia el 1 de julio y los días posteriores a las elecciones. La estrategia fue sugerida por Alfonso Romo, su asesor económico y enlace con empresarios, quien más de una vez ha tenido que salir a matizar los dichos de AMLO respecto de la reforma energética y la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.
El acercamiento con los hombres de negocios, entre los que se encuentran Carlos Slim, Ricardo Salinas, Olegario Vázquez, María Asunción Aramburuzabala y Miguel Rincón, se debe además a una hipótesis que cada vez suena con más fuerza en el sector privado: si el candidato del partido en el gobierno, José Antonio Meade, se desploma y la competencia se cierra entre AMLO y Ricardo Anaya, la apuesta de los empresarios estaría depositada en el tabasqueño.
La hipótesis es comentada incluso por empresarios y contratistas cercanos al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y se sustenta en la animadversión que existe entre Ricardo Anaya y el PRI por la “guerra sucia” que, según el candidato de la alianza PAN-PRD-MC, le han jugado desde el gobierno. O sea que los empresarios le tiene más miedo a Anaya que a AMLO, con quien, dicen, se “puede negociar mejor”.
La narrativa que buscan construir con los empresarios y fondos de inversión, empero, a menudo es saboteada por la incontinencia verbal del propio AMLO y las revanchas que quieren cobrarse algunos de sus colaboradores. Es el caso de Rocío Nahle, quien fue propuesta para ocupar el cargo de secretaria de Energía si el fundador de Morena se convierte en presidente de México.
Nahle ha dicho que emprenderá una investigación contra Pemex para llamar a cuentas a todos los altos directivos que “durante años han saqueado a la empresa”. En quien tiene la mira puesta es en Emilio Lozoya, el ex director general de la petrolera mexicana a quien le intentó abrir un juicio político no sólo por las cuestionadas compras de activos a contratistas “amigos” y por el escándalos de Odebrecht, sino por un tema personal: a su esposo, José Luis Peña, lo despidieron de la empresa productiva del Estado por no haber presentado su declaración patrimonial.
La diputada de Morena le dijo la semana pasada a Reuters que de ser electos su gobierno revisará los detalles de las licitaciones petroleras firmados tras la apertura del sector realizada por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, contradiciendo al propio Alfonso Romo, quien también recientemente expuso que los contratos son beneficiosos para México.
Los asesores de medios de AMLO le sugirieron moderar sus comentarios en torno a asuntos de corte económico y evitar pronunciarse sobre el destino del nuevo aeropuerto y los contratos petroleros, sobre todo por el mensaje que él y su equipo han transmitido de forma privada a los empresarios e inversionistas.
Su prospecto para encabezar el estratégico cargo de secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien había mantenido un bajísimo perfil, en buena medida porque no es conocido en el sector financiero, se pronunció también la semana pasada en ese tenor. Habló de respetar la autonomía del Banco de México y la libre flotación del peso. Auguró además un buen final a las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuya séptima ronda inició ayer en la Ciudad de México.
Previamente, Graciela Márquez, quien sería la secretaria de Economía en el gabinete de AMLO, había dicho que apoyarán la continuación del TLCAN.
Así, el equipo del candidato puntero en las encuestas está alineado a la estrategia de Alfonso Romo de llevar un mensaje de confianza a los empresarios e inversionistas respecto del rumbo económico que seguiría la próxima administración, aunque los arranques viscerales de AMLO y Rocío Nahle den a veces al traste con esa estrategia.
Posdata. A Luis Videgaray nada le sale bien. Si la reunión entre Enrique Peña Nieto y Donald Trump, programada para esta semana en Washington, se canceló como lo reveló el Washington Post, será otra pifia del canciller, quien en su intento por redimirse de la desastrosa invitación de agosto de 2016 anunció el nuevo encuentro como si se tratara de un logro personal tras haberse congregado con los funcionarios del gabinete del presidente estadounidense.
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