Andrés Manuel López Obrador

lo tenía todo calculado. La consulta, el resultado de la votación, la reacción de los mercados, el mensaje de hoy y quizá también la fecha para terminar de enterrar el proyecto de Texcoco: en vísperas del día de Muertos.

La decisión de cancelar el nuevo aeropuerto es 100% política y entraña un mensaje claro y firme del presidente que pretende la cuarta transformación del país: las cosas ya cambiaron y ahora mando yo.

El mensaje tiene como destinatarios a aquellos a los que considera (todavía) la mafia del poder, los neoliberales. Calculador, como es, López Obrador decidió tomar como bandera política la cancelación del nuevo aeropuerto y concluyó, tal vez sin necesidad de hacer trampa, con los resultados esperados luego de haber inclinado la balanza con declaraciones parciales de él y su equipo.

AMLO gana por dos frentes. Primero, es un mensaje inequívoco a los empresarios e inversionistas de que las cosas se harán diferente a partir de ahora; y por otro, es un ejemplo de mano dura que lo fortalece frente a sus votantes.

“López Obrador ya decidió, es Santa Lucía”, publicamos en esta columna el 17 de octubre. La afirmación se hizo con base en dos fuentes de su equipo cercano, quienes aseguraron que en la cabeza del fundador de Morena sólo existe –y ha existido– una sola idea respecto a la obra insignia del peñanietismo: cancelarla sin importar las consecuencias.

“Ni cuando se presentó el proyecto de Texcoco en el 2014, ni durante la campaña y menos ahora que va a convertirse en titular del Ejecutivo, ha tenido la más mínima intención de revisar objetivamente su viabilidad. Para el tabasqueño no es más que una obra ‘faraónica’, ‘un barril sin fondo’, ‘otro atraco de la mafia del poder en contra del pueblo y de la nación’”.

El plan de echarlo abajo comenzó a fraguarse a finales del 2015, cuando el entonces presidente de Morena convocó a una conferencia de prensa para dar a conocer su “Propuesta Alterna al Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México”, la cual ya incluía la ampliación de la base militar de Santa Lucía.

Su propuesta alterna también consideraba una consulta ciudadana (vía internet), así como el análisis de expertos para tener más elementos y enriquecer el proyecto que inicialmente fue realizado por José María Rioboó –uno de los principales contratistas durante su administración en la Ciudad de México– y el consultor Sergio Samaniego.

En aquel entonces, López Obrador nombró a los integrantes de una Comisión para defender el proyecto alterno de Santa Lucía. La Comisión estaba integrada por Rocío Nahle, futura secretaria de Energía; César Cravioto Romero , próximo comisionado para la Reconstrucción de la Ciudad de México; José Francisco Vázquez , ex diputado de Morena en el Estado de México y otros tres personajes cuyo cargo será clave en la cancelación de Texcoco y el impulso de Santa Lucía: Delfina Gómez, futura coordinadora estatal en el Estado de México; Higinio Martínez Miranda , presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado y Carlos Morán Mogel , próximo subsecretario de Transporte de la SCT, dependencia que encabezará el más duro de todos: Javier Jiménez Espriú.

No sé si este es el final de la “luna de miel” entre los empresarios y el gobierno entrante, como lo expuso el banco de inversión UBS; o si será recordado como el “error de octubre”, como lo presagió Citibanamex; lo que sí sé es que todo estaba calculado: la escalada del dólar (dicen en su equipo que aun si llega a los 21 o 22 pesos es controlable); la sacudida de la Bolsa Mexicana de Valores; la caída del precio de los bonos del NAIM e incluso el daño reputacional que esta decisión generará para su gobierno.

Todo estaba calculado y el mensaje de fondo es que las cosas ya cambiaron. Que quien quiera participar en la cuarta transformación, que lo haga, y quien no, ahí está la puerta. Aún es pronto para saber si este golpe de timón del nuevo gobierno va a ser catastrófico para el país o será la sacudida que México necesitaba.

@MarioMal

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses